El sábado, tres de agosto, podía leerse la siguiente noticia: "Un individuo intenta matar a un joven, en el Metro de Madrid, tirándolo de una patada desde el andén hasta la vía". Aclaraba la noticia que el atacante era un brasileño con antecedentes violentos, y el atacado un español con el que no tenía relación alguna, que consiguió salvarse por los pelos, gracias a que su juventud le permitió reaccionar con rapidez, cobijándose, en segundos, en un resquicio de las vías y esquivando al tren que le pasó rozando a pocos centímetros.

También podía leerse que en Las Palmas fue detenido un yihadista, de nacionalidad española que, además de ser un enconado perseguidor del colectivo LGTBI, animaba a cometer actos terroristas como el que acabó con un importante número de personas en Barcelona hace dos años, de lo que se venía congratulando.

Ese mismo día, otra noticia decía: "Una manada de jóvenes, viola a una joven de 18 años en Bilbao". También decía que los agresores eran de nacionalidad argelina y que, afortunadamente habían sido detenidos por la policía.

Es la primera vez que se publican con tanta claridad datos relativos a los agresores, a la vez que se airean menos los de los agredidos. Está bien que así sea, y que se deje de tener cierta displicencia con los desaprensivos que se saltan las leyes cuando les viene en gana, ya que nunca serán mucho los latines empleados si ayudan a aclarar el suceso.

No sé bien a que se debe tal variación en el tratamiento de estas noticias, pero, en cualquier caso, bien venido sea, porque permite que hechos repudiables sean mostrados con claridad, cualesquiera sean sus autores, ya que, por mucho que alguien se empeñe nunca se podrá cambiar las fechorías que Almanzor hizo por Zamora, o que Numancia fuera sitiada, hasta la muerte, por los romanos.

Algunos serán de la opinión que el hecho de incluir la nacionalidad de los delincuentes ayuda a fomentar la xenofobia, y otros opinarán lo contrario: allá cada cual, porque las cosas son como son y no como quisiéramos que fueran. Los delitos deben ser reprobables y sus términos no deben suavizarse, ni engrandecerse, ni tampoco oscurecerse o aclararse, en función de quiénes sean sus autores. Leer una noticia, conociendo el mayor número de datos aporta claridad y ayuda a interpretar mejor lo que ha pasado.

Vivimos en la sociedad de la información, y ya hace casi dos siglos que pasó la Década Ominosa, aquella en la que se practicaba el despotismo y el oscurantismo, y ahora todo el mundo tiene derecho a acceder a ella, y no solo a resignarse a tragar componendas informativas y "fake news". "Debemos ambicionar saber mucho, porque saber todo es imposible, ya que nos faltan alas, aunque nos sobre espacio" (Este entrecomillado lo decía Tilín, aquel personaje de uno de Los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós)

En cualquier caso, continúa existiendo el debate de si se deben ofrecer más datos de los agresores o de los agredidos, y si es bueno aclarar la nacionalidad de unos y otros. Mientras tanto, apenas se ven publicados datos a ese respecto. De todas formas, ahí están los del INE (Instituto Nacional de Estadística) que pueden aclarar algunas dudas.

Así puede verse, en los últimos datos publicados, que el número total de delitos cometidos en España, en 2017, fue de 394.301, de los que 303.717 fueron cometidos por ciudadanos españoles, es decir, un 77% del total, siendo por tanto de un 23% los cometidos por la población extranjera. Igualmente pueden consultarse los correspondientes a homicidios, donde puede verse que, de un total de 1.158, perpetrados en 2017, 925 fueron cometidos por españoles, es decir un 79,8 %; y por tanto un 20,2% correspondieron a extranjeros. El número de extranjeros en España, en ese mismo año, era de 4,57 millones de ciudadanos, sobre una población total de 46,57 millones, es decir un porcentaje del 9,8 %.

Esos son los datos. Cada uno tiene la opción de poder interpretarlos. Las cosas son así y no de otra manera, y los sociólogos, probablemente, sabrán explicarlo.