Dicen que un buen político está donde quiera que esté la gente. Eso no se le puede negar al flamante presidente de la Diputación de Zamora. Francisco José Requejo se está empleando a fondo en conocer la realidad que ahora le toca vivir, sin partidismos, recibiendo a todo el mundo, visitando a todo el mundo, estando donde está la gente. Puede muy bien decirse que el suyo es un despacho de puertas abiertas. Cierto es que todavía le queda mucho camino por recorrer. De momento en el que lleva hollado está dejando impresa su huella personal.

No lo tenía fácil desde un principio. A su favor está el hecho de que no se deja manejar. Hay quienes no daban un duro por su singladura el día de la toma de posesión. Quienes aseguraban que en poco tiempo se quemaría. Parece tal que en principio fuera ignífugo, que no le queman ni el fuego que recibe del lanzallamas político ni el otro, la hoguera de las vanidades, en el que tantos políticos, a izquierda y derecha, se abrasan vivos.

Los expertos aseguran que para ocupar funciones públicas son necesarios unos determinados títulos que pasan por la competencia, la moralidad y la rectitud. Porque, para gobernar es preciso tener capacidad intelectual y moral, ser competente y ser recto, amén de don de gentes y de la necesaria cercanía que automáticamente pierden la mayoría de los que visten el terno de político, de aquellos que con un orgullo desmedido se denominan a sí mismos "político". Como si esa condición fuera suficiente para asegurarse la competencia, la rectitud, la moralidad y todas esas cualidades que abandonan en el camino.

Quizá sea pronto para saber si el señor Requejo está a esa altura exigida por los expertos. De momento en despacho propio o en ajeno está haciendo cosas que no se han hecho en cuatro años en los que la Diputación Provincial tenía un solo color. Cuando en realidad los colores se los proporcionan todos los partidos que forman el arco de la institución y no sólo el de Gobierno. Hacer lo que al presidente le da la gana y le conviene porque 'está casa es mía' parece haber tocado a su fin.

Al cobijo del Patronato de Turismo de la Diputación que dirigió durante tantos años un toresano, la institución provincial ha presumido de las "Rutas del Vino" ligadas a Toro, cuando en realidad tenia los caminos que conducen a las bodegas más emblemáticas hechos una mierda, con perdón. Baches, polvo, tercermundismo y nada más. Jamás hubo un euro para Toro puede que porque el alcalde, Tomás del Bien, es del PSOE. Una de las bodegas más perjudicadas, 'Divina Proporción, que dirige con acierto Maxi San José, más que ubicada en el Camino del Cristo, está ubicada en el camino del calvario. El señor Requejo ha puesto solución al problema. Y como eso, muchas más cosas que hay que agradecerle.

Al presidente de la Diputación, lo que es del presidente de la Diputación, antes de que otros se cuelguen medallas inmerecidas. En principio, aquellos que se han reunido con el señor Requejo, ofrecen buenas impresiones y hablan bien de estas 'primeras tomas de contacto' que ahora han de fructificar. Nunca se debe prometer, como hacen algunos, lo que no van a cumplir y que nunca es un regalo, porque de los políticos en general y de algunos en particular solo se reciben regalos envenenados, descortesía y ninguneo.

El presidente de la Diputación no puede ni debe desfallecer en ese intento suyo por llegar a todos. Y cuando digo todos, estoy hablando de todos a izquierda y derecha, no como su antecesora que se encastilló en el nido de la gaviota y ahí se las dieron todas.