Un célebre poema de Góngora cantado por Paco Ibáñez comenzaba así: traten otros del Gobierno, del mundo y sus monarquías, mientras gobiernan mis días mantequillas y pan tierno. Este poema sobre el conformismo, sobre el riesgo que a veces nos invita a acomodarnos y a apuntar en otras direcciones cuando vienen mal dadas, por oportuno que sea, no nos ha traído muy buenos resultados a los zamoranos.

Comenzamos una nueva legislatura en el Ayuntamiento de Zamora y, aunque al periodo estival puede acompañarle la tentación de relajarse y de posponer muchas tareas, a los políticos zamoranos nos quedan muchas asignaturas pendientes para el verano. Desde el Partido Socialista del Ayuntamiento de Zamora, conscientes de que en mayo granjeamos el suspenso de la ciudadanía, comprendimos que el descanso veraniego se gana con la confianza de los zamoranos. Solamente de esta manera es comprensible que, desde la recién estrenada mayoría absoluta de Izquierda Unida, no se aprobase la moción de urgencia que presentamos en el Pleno municipal del pasado 30 de julio para, literalmente, "instar a la actuación en las Aceñas de Gijón y en su entorno, disponiendo de los pasos necesarios para proteger y recuperar el importante patrimonio cultural y natural que suponen para las orillas del Duero y para la ciudad de Zamora".

En esta moción se alertaba que desde el pasado mes de junio, la asociación Hispania Nostra, situaba a las Aceñas de Gijón en la Lista Roja del Patrimonio y que su progresivo deterioro ponía en riesgo la supervivencia de un valioso pedazo del patrimonio de todos los zamoranos. En ella admitíamos que lo primero era conseguir, de acuerdo con la Confederación Hidrográfica del Duero, la reversión a titularidad pública de un terreno cuyo uso privativo había caducado. No responsabilizamos en ningún momento al Consistorio de lo que no se hizo, sino que animábamos a iniciar actuaciones para proteger nuestro Patrimonio. Que podría ser interesante trabajar para elaborar un "instrumento específico" como sugiere el Catálogo Arquitectónico del PGOU y que podría ayudar a desbloquear la situación que desde el Ayuntamiento se promoviese la declaración de las aceñas de Zamora como Bien Interés Cultural (BIC) de la Junta. Demandamos un poco de voluntad política y que se siguiese el espíritu del proyecto "Flumen Durius", que encabeza el Ayuntamiento de Zamora, "para la promoción y valorización de los recursos turísticos del Duero".

En definitiva, promovimos abrir un debate urgente y necesario, que afecta a los intereses de toda la población. El alcalde nos dijo, para nuestra sorpresa, que el lugar para debatir no era el Pleno sino las comisiones informativas. Nosotros tenemos claro que debatiremos en todos los lugares que sea necesario, a puerta cerrada en comisiones y a la vista de cualquier zamorano que desee seguir día a día las actividades plenarias del Consistorio (en persona o a través de las grabaciones que con buen criterio sube el Ayuntamiento a su página). Ahora parece que el criterio cambia según la semana y que el debate vuelve a ser público, esta vez a través de este medio dónde Francisco Guarido firmaba un artículo el pasado jueves opinando sobre esa propuesta que hace una semana no era debatible ni opinable.

Sea en el Pleno, o sea en los medios, desde el Grupo Municipal Socialista tenemos claro que el debate debe de ser siempre público y abierto, y llegar a la mayoría de los zamoranos que sea posible.

Entendemos también que la función de oposición no consiste en oponerse sistemáticamente a todo lo que propongan los concejales de Izquierda Unida. No queremos que esta legislatura se convierta en un debate en el que cada uno rehúya su responsabilidad porque no es de su competencia. Sabemos que, aunque no nos compete gobernar, tenemos el deber político y ciudadano de aportar todo lo posible y tender la mano al equipo de gobierno, aunque en ocasiones suponga alejarlo de una situación confortable lejos de los problemas de la sociedad civil. Lo triste es que aquí no cabe responsabilizar unos a los otros de las inacciones, cada palo tiene que aguantar su vela y no vale decir, como Góngora, ándeme yo caliente, ríase la gente.