Hace días leía en un periódico de tirada nacional una noticia que me llamó la atención. Decía: "Españoles, eternamente insatisfechos: Solo el 1% vuelve feliz de las vacaciones, según una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas". "Una cifra que pone de relieve, comentaba la autora del artículo, que solo con tener vacaciones, no basta para disfrutarlas y que son muchas personas que, pese a tenerlas, no saben hacerlo, o sea que muchas personas son incapaces de disfrutar y ser felices en las vacaciones".

Esta encuesta, cuyo resultado me parece exagerado, no me puedo creer que el 99% de los españolitos que van de vacaciones no sean capaces de disfrutarlas, me hace reflexionar sobre este deseo tan profundo y universal de los seres humanos de ser felices. A mi parecer, los seres humanos buscamos ser felices fundamentalmente, por tres caminos: Tener, poder y placer. Tener dinero, tener cosas, acumular... Estar por encima de los demás, tener a los demás a nuestro servicio, mandar... y disfrutar a tope de las cosas de la vida y de las personas. El problema es que, el final de estos tres caminos, no parece ser la felicidad sino la insatisfacción.

Curiosamente, algunos psicólogos, están descubriendo y proclamando que la felicidad transita por el camino del amor, no del encerrarnos y buscarnos a nosotros mismos, sino del abrirnos a las realidades de los demás, o sea amar a los demás, a uno mismo mediante la autoestima, y, como cristiano, yo le añadiría amar a Dios. Es decir, lo que Jesús nos dijo en el Evangelio: "Amar a Dios y al prójimo como a uno mismo".

Algo en lo que coinciden muchos estudiosos del tema es que la felicidad no está lejos, ni viene de fuera, que no depende de las circunstancias y de los demás, sino que la vive cada persona cuando controlando su mente y sus creencias, vive con gozo el día a día, en las pequeñas cosas que nos suceden, y que es una decisión: Yo decido en cada momento ser feliz, a pesar de los pesares... No decidimos, en muchas ocasiones de la vida, lo que nos pasa, pero sí podemos elegir cómo vivir lo que nos está pasando. Por eso hay personas que son felices en medio de los problemas y los sufrimientos de la vida y otros viven amargados de continuo porque dificultades, problemas y sufrimientos no nos faltan a nadie. Dice el papa Francisco: "Ser feliz es dejar de ser víctima de los problemas y volverse actor de la propia historia". Felices vacaciones