Al expresidente Zapatero le atribuyeron algunos malvados la patente del Pensamiento Miss, corriente naif inspirada en las concursantes de belleza que defienden en sus discursos la paz mundial, el amor y la concordia entre civilizaciones.

La ideología Miss está dejando paso ahora al Pensamiento Barrio Sésamo, tendencia minimalista que básicamente ahorra a sus usuarios la necesidad de pensar. La serie televisiva adoptaba un tono didáctico para enseñar a los niños los conceptos espaciales de arriba, abajo, izquierda y derecha.

En este momento ejercen de Epi y Blas dos políticos de corte juvenil. Pedro Sánchez, el más comedido, divide el mundo entre izquierdas y derechas, que vienen a ser un trasunto del bien y del mal sin zona intermedia alguna. Pablo Iglesias, su interlocutor, empezó por decir, años atrás, que su partido no era de izquierdas ni de derechas, sino todo lo contrario. Para él y sus numerosos seguidores, el mundo se divide más bien entre los de arriba y los de abajo, como nos enseñaron en su día los genuinos Epi y Blas.

En la parte superior estarían los ricos que se levantan cada mañana para urdir en el desayuno nuevas maldades contra el proletariado; y en la de abajo, los pobres, que sufren las bellaquerías de los primeros. Es un mensaje sencillo que puede entender hasta el menos perspicaz, como aconsejaba el primer principio de Goebbels para dotar de eficacia a la propaganda.

Millones de votantes, no necesariamente pobres, compraron al principio esa idea de Iglesias, si bien la mitad ha dejado de considerarla atractiva en solo cinco años. Quizá hayan madurado y necesiten propuestas menos infantiles. También pudiera ocurrir que el afán desordenado de riquezas (inmobiliarias) mostrado por aquel Iglesias que flagelaba a los poderosos los haya descolocado.

El problema práctico reside en establecer cuál es la barrera de ingresos que separa a los ricos de los pobres. Unos la cifran en 60.000 euros, a efectos fiscales; y otros en la posesión de un patrimonio superior al millón, lo que situaría a casi todos los españoles en la zona de abajo.

Son políticos con este elemental discurso de Barrio Sésamo los que han de acordar, o permitir, el futuro gobierno. Se expresan mediante tuits o gorjeos de pájaro que, por su simpleza, no parecen el método idóneo para abordar los complejos asuntos de la gobernación. Felizmente para todos, el gobierno español, como todos los europeos, funcionará con piloto automático aun en el caso de que los negociadores de Barrio Sésamo vuelvan a fracasar. Quizá sean necesarias unas elecciones para saber quién queda definitivamente arriba o abajo. Previa consulta a Epi y Blas, que son los que saben de eso, claro.