Ná les debemos, poco les pedimos, pagamos con oro su paso por el Congreso. Bien 'pagaos', los llaman los bien 'pagaos', por un escaño ocupar, en ese lugar de reunión donde van a despotricar por un 'puñao' de parné, bien 'pagaos', bien 'pagaos', ellos son los bien pagaos. Obviamente me refiero a los señores y señoras que calientan escaño en el Congreso de los Diputados y en el Senado español. He tomado prestados a mi manera los versos de Perelló y Mostazo que popularizo allá por los treinta Miguel de Molina, dando vida a una de las joyas del género de la copla que viene a ser algo así como la culminación de las canciones dedicadas al amor y al desengaño. Le viene que ni pintada a la situación actual en la política española de altos vuelos que se vive en la Cámara Baja. Una situación de desengaño para la mayoría ciudadana que contempla con estupor y vergüenza en qué se ha convertido el Congreso, en una verdulería, en un mercado persa ramplón, donde juegan a repartirse puestos de poder en lugar de hacer lo que deben: prestar atención a las necesidades de los ciudadanos españoles. De aquellos que nos molestamos en votar.

Cuando concluya, dentro de dos días, este mes de julio, el Congreso de los 'disputados' se habrá gastado, como el que no quiere la cosa, 5,08 millones de euros en abonar los sueldos de los disputados y las disputadas desde el día de las elecciones. Alguien con más conocimientos ha hecho los cálculos pertinentes y al ritmo que va la cosa, a partir del régimen económico vigente para sus señorías y señoríos, todos los meses se apoquinan en concepto de sueldos 1,65 millones cada mes. Ojiplática estoy. ¿En concepto de qué? Me pregunto. ¿Esta gente hace algo para merecer esos sueldos que cobran, a los que hay que añadir comisiones y otras gabelas inherentes a sus respectivas condiciones? Indigna saber cómo se tira el dinero en España. Porque pagar a esa gente, en esta situación, es tirar un dinero muy valioso que bien vendría para Sanidad, Educación, Igualdad y otros menesteres.

¿Tan cortos de vista son? No piensan ni una sola vez en la oficina de colocación en la que nos convertimos, con nuestro voto, todos los ciudadanos. Habrá que ir pensando en cerrar la oficina. En no acudir a la cita con las urnas y dejarlos más solos que la una. Sé que eso no va a ocurrir, ¡pero dan unas ganas....! Los gastos no han hecho más que dispararse. Para más Inri, el Congreso reserva 1,2 millones para el pago de indemnizaciones por cese para 76 diputados de la anterior legislatura que no renovaron escaño. Nosotros escoñados y ellos a llenar la faltriquera con dinero de todos. Menos pensar en gastar tiempo y recursos en imbecilidades y más cambiar el régimen del Congreso, acabando con el chollo de tanto bien 'pagao' como va y viene, tirando de tarjeta y de prebendas. Bien es verdad que algunos también demuestran sus miserias con los comportamientos que llevan a cabo para ahorrar lo más posible por si les dura poco el contubernio.

Si no ha habido actividad parlamentaria y han cobrado lo que han cobrado, si algún día vuelve la actividad a la Cámara Baja, entre complementos, gastos de representación, de libre disposición, de taxis, avión, tren, automóvil, barco y aparcamiento, nos dejan sin un euro que llevarnos a las necesidades más urgentes de los españoles. No tienen vergüenza. Ni uno solo ha renunciado a cobrar el sueldo. No me extraña que muchas criaturitas, de mayores quieran ser parlamentarios. Ni bomberos, ni policías, ni médicos, ni futbolistas, parlamentarios, que por algo son los, no bien, los mejor 'pagaos' de España.