Numerosos ciudadanos acabamos de enterarnos de que hay tres tipos de listas de espera: estructurales, quirúrgicas y totales. No confundir unas con otras, ha dicho con la solemnidad y la prosopopeya que el caso requiere el portavoz del PP en las Cortes de Castilla y León, Raúl de la Hoz. A muchas personas se les ha quitado un peso enorme de encima al enterarse de tales matices.

-No es lo mismo, hombre, que va, que seas estructural o total. Lo mío de la vesícula no sé en qué chiquero entra, pero, conociendo esos apartados, ya me da igual.¡ Lo que aprende uno oyendo a los políticos! A la cama no te irás sin saber una cosa más, comenta don Providencio.

Otros, en cambio, se lo han tomado peor. Y andan, cabreados, dándole vueltas a los datos:

-Llevo la intemerata esperando que me llamen para lo de la próstata y ahora ya no sé si estoy en un lado, en otro o si he desaparecido como esos 9.000 que no encuentra el vicepresidente de la Junta. Él no encontrará esa legión de pachuchos, pero yo sí que encuentro la próstata cada día más abultada, afirma don Sobiniano.

El pobre hombre está tan sorprendido como tantos y tantos al conocer las afirmaciones, en rueda de prensa, de Francisco Igea sobre listas de espera y demás asuntos sanitarios. Hay que agradecerle que ponga sobre la mesa algo que todo el mundo sospechaba, pero, oficialmente, nadie confirmaba: que existen enfermos de quita y pon en las listas de espera. O sea que aparecen y desaparecen, según haya que dar buenas o malas noticias. Ahora nos hemos enterado de que estas cosas suceden porque hay estructurales, quirúrgicos y totales. Si se lo cuentan pormenorizadamente a los afectados, seguro que les sacan a hombros por la puerta grande. Y hasta les piden que se lo dejen poner en el DNI. ¿Profesión? Estructural. ¡Cómo mola!

Mejor tomarlo un poco a guasa porque la intervención de Igea fue memorable. No es que pronunciara frases para la historia, pero sí desgranó cifras espectaculares. Verbigracia: hay casi 9.000 personas (sí, sí, nueve mil) que no figuran en las listas de espera estructurales, sino que se contabilizaban como enfermos que rechazaban voluntariamente seguir ahí. Es decir, gentes que se apuntan porque están enfermas o necesitan una intervención y después ahuecan el ala. En esa relación, se contabilizan 22.146 pacientes. Según Igea, son, en realidad, 31.074. (Ignoramos si están contados por ordenador, sobre el papel o con los dedos). Igea asegura que es difícil achacarlo al "azar". Es una forma de decir que alguien ha metido mano.

Más "cositas güenas": hay una diferencia de 70.000 (sí, sí, setenta mil) en las listas de espera de consultas. Los apuntados "de verdad", según el vicepresidente, son 179.014. ¿Qué se fizo con esos 70.000 desaparecidos? No me extraña que sigamos perdiendo población. Se evapora el personal hasta de las listas de espera. Tal vez haya que buscarlo en Sotosalbos (Segovia) en la casa donde empadronaron a Javier Maroto para poder ser senador popular por Castilla y León.

Más números llamativos: en las listas de espera, la demora real, en unos casos, es de 80 días y no de 67 como se decía desde Sanidad. Y en otros, 122 días y no los 117 de la versión oficial. Si esto es así, cabe preguntarse (sin mala intención, claro): ¿por qué se mentía?, ¿por qué se manipulaba?, ¿para que el personal crea que todo va bien cuando sabe que hay problemas porque a él no le llaman para operarle o para revisión? Esperemos que la cacareada regeneración también reine en este aspecto.

¡Ah, y el dinero! Igea dijo que se cerrará el ejercicio actual habiendo gastado 808 millones más de lo previsto en los Presupuestos Generales de 2018, prorrogados en el 2019. Ya puestos a trasparentar, convendría aclarar las causas de ese aumento y si es posible, o no, controlarlo. Ardua tarea le aguarda a la consejera de Sanidad, que se estrenó con un viaje a Aliste para calmar ánimos sobre esos proyectos de llevar a los enfermos en autocar (el bus de las recetas) a Alcañices en lugar de que vayan los médicos y ATSs a los pueblos. Y, de paso, que nos cuente quién encargó el plan, por qué y con qué objetivos. Se merece un ascenso. ¿O todo surgió de la nada?

Adenda.-Me cuentan varios pajaritos que a un exaltísimo cargo sanitario, ya cesado, le han creado una plaza de "médico documentalista" en un hospital zamorano. Nada de reforzar Sanabria, no, en casa y a documentarse. Ahí lo dejo.