Es lo que tiene eso de la política, que a veces algunos líderes se enzarzan en discusiones bizantinas y hacen bueno aquello de que el árbol no deja ver el bosque, y que de nada sirve coger el rábano por las hojas. No hay más que ver el intercambio de manifestaciones entre el líder del partido que dirige el Ayuntamiento de Zamora y el de un partido local de nueva creación, acaecido días pasados, para comprobarlo.

El caso es que les dio por entrar en si los militares eran tan funcionarios como lo puedan ser los médicos o los maestros, y eso es cosa que ya no procede, porque es un tema más que superado, reglado y conocido, que no tiene necesitad de debate. Eso sí, sin dejar de reconocer que el hecho de "haber depositado el Estado en ellos el monopolio de la fuerza" (Javier Solana) los hace diferentes a otros colectivos.

Todo esto vino a cuento de la promesa que hizo el PSOE de poner en valor el antiguo campamento de Monte la Reina, y traer un contingente de entre 1.500 y 3.000 militares para paliar, al menos en parte, el problema de despoblación que sufre esta provincia. Fue una promesa hecha en periodo electoral que ya veremos si llega a hacerse realidad, porque desconfiar es lo que toca, ya que estamos acostumbrados a ver como, por estas tierras, no suelen cumplirse las promesas. A partir de ahí se suscitó la discusión de si es mejor contar con estos funcionarios o con otros pertenecientes a otros sectores y especialidades, cuando, en realidad, lo uno no es incompatible con lo otro, pues no está escrito en ninguna parte que colectivos diferentes tengan que compensarse entre sí como si se tratara de meros vasos comunicantes.

Llegado ese momento, se complicó aún más la cosa, ya que el uno echó en cara al otro que era "comunista" y el otro al uno "estar influenciado por la doctrina Joseantoniana de Primo de Rivera", y cuando se entra en esos berenjenales se corre el riesgo de atacar al contrincante más por lo personal que por sus actuaciones, más por su ideología que por sus hechos, que al fin y a la postre es lo que más interesa a los ciudadanos. Porque lo que resulta exigible a un alcalde es que funcionen los semáforos, se rieguen los jardines y todas esas cosas que necesita una ciudad para hacerla habitable y, a ser posible, agradable a los vecinos, de manera que el hecho que el primer edil prefiera pasar sus ratos libres cantando "La Internacional" o asistiendo a misa de doce, es cosa que solo a él concierne.

Ya metidos en harina, y puesto que debatir es algo que suele aportar algo positivo, podrían haber elevado un poco el nivel y haber dirigido sus venablos hacia el verdadero problema que sufre esta provincia, que no es otro que el del desempleo, lo que quiere decir que todo lo que no sea concentrar los esfuerzos en aumentar la economía productiva es solo un mero parche para ir tirando, como lo puede ser la posible venida de militares a Monte la Reina. El hecho que ambos líderes estén enrolados ahora en la gestión municipal, no les inhabilita para debatir sobre el fondo de la cuestión, pues se les supone preparación para ello. De manera que discutir sobre si la financiación de la economía, sin reglas, subordina las políticas económicas nacionales a los mercados financieros internacionales, hubiera parecido más interesante. O también, sacar a la luz sus ideas sobre acciones que puedan contribuir a que la economía financiera no se siga comiendo a la productiva, que es la que fabrica productos, crea empleo y aumenta el consumo, la que en definitiva permite dedicar fondos a los servicios, ya sean gestionados por un tipo u otro de funcionarios.

Es parte de la función política, planear estrategias que estimulen la fabricación de productos con tecnología propia, puesto que, al fin y a la postre, es lo que da seguridad a un país; pero si no puede ser así, al menos hay que procurar que el PIB aumente sin masacrar los salarios. Son estos temas que deben debatirse entre políticos, incluidos los locales y los autonómicos, aunque no sean directamente de su competencia. Por eso se echa de menos que no hablen de estas cosas, y que las hagan llegar a donde sea menester, y a defenderlas con pasión ante la cúpula de sus partidos.

Pues eso, que entrar en el barro de si "a los comunistas solo le les gustan los militares, como le gustan a los comunistas", es una simpleza, de la misma manera que lo sería decir lo contrario. Todo depende de qué país se esté hablando y de sus circunstancias.

Debates de patio de colegio no llevan a ninguna parte. Si no se entra en el fondo de los problemas difícilmente se llega a resolverlos.