La primera sesión de investidura dio mucho juego. Se vieron y se oyeron cosas que pasarán a los anales del disparate parlamentario. Y eso que algunas fueron extraparlamentarias como la peineta de Chivite a Rivera. Mal que un hombre responda a un gesto o a unas palabras que no le resultan gratas haciendo la peineta, pero que lo haga una mujer me parece ordinario y vulgar y por lo tanto vulgariza a quien lo hace. Si en eso consiste la igualdad que me lo digan claro porque yo me apeo en esta. Bien la equiparación en responsabilidades profesionales, en sueldos, en cargos y cargas, pero no en estas pachotadas como cierto lenguaje más propio de carretero que de una mujer y ciertos vicios y costumbres que no son precisamente aconsejables, sobre todo para la salud.

María Victoria Chivite Navascués es una política española, secretaria general del Partido Socialista de Navarra. Nacida hace 41 años en Cintruénigo, fue senadora del PSOE por Navarra y desde junio de 2015, diputada en el Parlamento de aquella comunidad autónoma. Hasta ahí todo muy bien, cada quien nace donde la pare su madre y hace de su vida lo que quiere con ella que para eso vivimos en un régimen de libertades, sin restricciones, hasta el punto de que algunos hacen de la transgresión, de la mala educación y de la falta de respeto su modo de vida y su manera de manifestarse.

Esta señora, que debe ser muy conocida en Navarra, puede llegar a ser la presidenta de esa comunidad foral. De momento es candidata a presidirla, algo que tiene a su alcance tras haber pactado con Bildu. Nada importa todo lo que entraña Bildu con tal de acceder a la presidencia de Navarra. Con Bildu sí se puede, con VOX no. Por cierto, el presidente en funciones no quiso responder al discurso de Abascal a quien considera un apestado político y social. Pues bien, yendo al meollo, en mala hora se le ocurrió a Rivera preguntar a Sánchez, cuando iba a apartar a María Chivite por pactar con Bildu. Esta señora, que se encontraba en la tribuna de invitados tomando el pulso al asunto, ha sacado la lengua a Rivera, le ha insultado y no conforme con eso le ha hecho la peineta. Pobres navarros, la que les espera, lo soez y la ordinariez pueden instalarse en el Palacio de Navarra sede de la presidencia del Gobierno de la comunidad Foral.

Apellidándose Chivite puede pasar cualquier cosa. Sabido es que la cabra siempre tira al monte. A esta señora no sólo tienen que ponerla fuera de juego por pactar con Bildu que es Eta blanqueada, esta señora ha insultado en la Cámara Baja a un parlamentario español y sólo que por eso, Sánchez debería tomar cartas en el asunto. Claro que bastante tiene Sánchez con intentar quedarse unos añicos más en La Moncloa, viajar en Falcon y utilizar en sus vacaciones los palacetes y mansiones de Patrimonio, como La Mareta, en Lanzarote. ¡Como para andar amonestando a su correligionaria! De dónde sacará Pedro Sánchez a esta gente. Tanta ordinariez, tanta vulgaridad cabe esperar que se quede en este mal ejemplo, en este ejemplar de política. Tan mona, tan brillante como luce Begoña Gómez, esposa del candidato a la presidencia del Gobierno de España, tan delicada cual musmée oriental, tan fina como a simple vista parece y sin embargo las compañeras de su marido son de una ramplonería, de un verdulerismo, de un rabisalserismo enojoso.

La tal Chivite tiene cara de estreñida, de estar permanentemente de mala leche y cuando le sale, pasa lo que pasa, que le pone la peineta a todo el que se le ponga por delante.