La primera vez que llegué a Agrigento en Sicilia, pude ver uno de los espectáculos más bellos que uno se pueda imaginar. Era una noche de verano y los templos griegos que jalonan la subida a la ciudad estaban iluminados. Desde el coche me sentí trasportada a otro mundo, a otra época. Todo lo que me rodeaba me parecía mágico e irreal.

Al día siguiente, mi sorpresa aumentó cuando asistí a la procesión del santo patrón de la zona, San Calógero, un eremita del siglo VI, de raza negra, que huyó de Turquía para evitar ser asesinado y se refugió allí, cuidando de los enfermos y los desamparados, liberando a sus habitantes, entre otras cosas de una gran hambruna. Realizó numerosos milagros y hechos curiosos, tuvo una visión celestial por la cual debía ir a evangelizar Sicilia, enseñó a sus habitantes a utilizar las aguas termales de forma terapéutica, tuvo la visión de la muerte y condena del rey de los lombardos Teodorico, y curó a muchos de los poseídos por los demonios.

En la procesión, que cuenta con himno propio y toque de campana de mano continuo, llevan en andas al santo y la gente le tira panes con todas sus fuerzas, para agradecerle su ayuda, esa es la razón por la que la imagen está llena de marcas. Además, los jóvenes se suben en tropel a las andas y lo abrazan y lo besan, le hacen peticiones en silencio y con mucha fe y llegan a sumar en algunos momentos hasta veintitantos encima. Por eso el santo se tambalea, va para adelante y para atrás y muchas veces da la impresión de que acabará en el suelo hecho añicos, pero nunca pasa nada. Lo llevan a lo largo del paseo que está sobre la muralla que da a la carretera, situada a gran altura, donde se hace una verbena. Ponen al santo sobre en el muro, mirando a la ciudad y todos se dedican a bailar y a cantar hasta altas horas de la noche, que es cuando vuelven a recogerlo e inician el retorno a su iglesia.

Y en este terreno abonado de historias y leyendas, arte ancestral y visionarios nació Andrea Camilleri, al cual uno se lo podía encontrar cuando iba a escribir a alguno de los restaurantes que más le gustaban, uno de ellos llamado precisamente Calógero, pues todo escritor de novelas que se precie es buen amante de la buena mesa.

Camilleri nos acaba de dejar después de haber dedicado su vida a escribir guiones cinematográficos, dirigir películas y a regalarnos una saga de novelas policiacas llevadas a la pequeña pantalla de gran éxito. Se declaraba fan incondicional de Vázquez Montalbán, hasta el punto de inventarse para protagonizarlas, a un personaje que lleva su apellido, Salvo Montalbano, el cual siempre ha estado descubriendo asesinos y enfrentándose a la Mafia, a la Camorra y a la Cosa Nostra que, dependiendo de la zona italiana implicada en cada caso, representan a los grupos de presión que imponen sus propias leyes y que de verdad llevan la voz cantante en ese país. Camilleri en su biografía nos ha dejado frases como esta, "No consigo imaginar el mundo dentro de veinte años".

Y eso ya lo pienso yo ahora en estos momentos tan convulsos donde se está produciendo un cambio brutal de mentalidad y un cambio en el tipo de civilización que nos ha tocado vivir. Nos esperan muchos retos, nuevas ciencias, nueva tecnología, nuevos trabajos que están por definir, por lo que se ha de adecuar la educación a los mismos, hacer que los jóvenes entiendan que lo que ahora se hace dentro de muy poco tiempo no tendrá sentido. Muchos de los trabajos que se crearán los desarrollarán los robots, por los que pagaremos impuestos. En Japón, ya le dan robots la mano a los enfermos y moribundos para que no se sientan solos y mueran "acompañados", los libros tienen los días contados, tampoco se necesitará aprender idiomas, llevaremos un chip con toda la información necesaria, tampoco las consultas médicas serán tal como las conocemos, se harán por supuesto la mayoría a distancia y en el momento preciso que se necesiten. Tengo un sobrino que trabaja para una filial de Silicon Valley que cuando me habla de su trabajo no entiendo nada. Es tan enrevesado lo que me quiere trasmitir que tampoco yo estoy preparada para entender lo que el imagina y programa.

Ahora un grupo de investigadores de Salamanca han certificado que la luz además de ser una onda y una partícula es un lovogiro, es decir que gira, y al parecer este paso es tan importante para la ciencia y la comprensión del universo, como el que se dio cuando se descubrió el electromagnetismo.

Por seguir con algo más de lo mismo, el volumen de información será de tal envergadura que se empiezan a estudiar soluciones para su almacenamiento perpetuo e inalterable. Por eso un grupo de científicos de la universidad de Kioto ha encontrado la forma de archivar la información en discos de cuarzo, es decir de arena o de sílice, con una memoria de 360 Teras. Aunque se tardará diez años en crear un lector que grabe en 5 dimensiones. Ya están en ello.

De todas formas, como seres humanos, no deberíamos olvidar ni abandonar nuestras buenas costumbres y seguir practicándolas para que nos ayuden a soportar un poco mejor la vida, como asombrarnos ante una puesta de sol o de una obra de arte, ante el abrazo de un ser querido, ante un acto solidario, emocionarnos con una canción, caminar por un bosque, pisar la arena de una playa, mirarse a los ojos y no necesitar palabras para expresar sentimientos de amor, tristeza o alegría, acompañar a nuestros enfermos, sentir la brisa en la cara para alejar todos los pensamientos que nos separen del presente o del mayor regalo con el que contamos, que es la vida.

Por otra parte, los que nos gobiernan en vez de afrontar este futuro prometedor y cercano, enzarzados siguen, traficando con nuestros votos, vendiéndose al mejor postor, con tal de asegurarse cifras astronómicas de supervivencia para ellos y los más allegados, haciendo que los demás cada vez entendamos un poco menos el mundo.