Como quiera que nos vamos despoblando, hay que traer gente de fuera para que esta tierra no se vacíe del todo. Es lo bueno de la pregonada regeneración. Además, la cosa ha ido rápida, no como la sustitución de médicos en las zonas necesitadas. Apenas constituido el nuevo gobierno de la Junta, se supo que el PP propone (y así saldrá) a Javier Maroto como senador autonómico por Castilla y León. A los senadores autonómicos los eligen las Cortes previa propuesta de los partidos con derecho a representación. A Castilla y León le corresponden tres (ahora dos al PSOE y uno al PP) y todos van en el mismo lote, inseparables. El PSOE ha designado a Teresa López, concejal y ex alcaldesa de Medina del Campo y secretaria provincial del partido en Valladolid, y al salmantino Francisco Díaz, secretario de la Juventudes Socialistas de Castilla y León. El PP ha tenido mayor altura de miras. Nada de carguitos de andar por casa. Un pata negra con pedigrí, nombre y blasón. Y se ha decantado por Javier Maroto, actual vicesecretario de Organización, ex alcalde Vitoria y mucho más. Solo una pega: Maroto ni es de aquí ni ha tenido relación con esta comunidad (bueno, sí, pasaba por Burgos cuando iba de Madrid al País Vasco). Y estamos hablando de un senador autonómico, eh, au-to-nó-mi-co.

-Se ve que en Castilla y León no han dado con nadie que pueda ocuparse de estos menesteres y han tenido que fichar fuera, como los equipos de fútbol, apunta don Horticiano, resignado él.

-No somos nadie, no valemos ni para ir al Senado, que ya es decir, remata don Ubilibaldo, más resignado aun.

¿Y a qué se debe la designación a dedazo de don Javier Maroto?, se pregunta, bastante atónito, el personal. Pues, a que había que recolocarlo y en buen sitio. No salió elegido diputado por Álava en las últimas generales, es hombre de confianza de Pablo Casado y necesitaba un puesto bien remunerado (y si es el portavoz del PP en la Cámara Alta, miel sobre hojuelas). Cobrará del erario público y, como no hay mucho que hacer, dedicará la mayor parte del tiempo al partido como responsable de Organización. Nada nuevo. Por estos lares hemos tenido más de un ejemplo.

Para alcanzar tales metas, el señor Maroto se ha empadronado en Sotosalbos, un pequeño municipio cercano a Segovia. Estaba obligado a ello si quería ser senador. Las normas de aquí exigen la "vecindad administrativa en cualquiera de los municipios integrado en el territorio de la comunidad". Ignoro si ha comprado una casa, si la ha alquilado o si se la ha prestado algún camarada para salvar el escollo".

Ante el escándalo suscitado (el asunto ocupó el número uno en las redes sociales el jueves), el PP segoviano hizo público un escrito en el que asegura que Maroto es "una persona muy implicada con nuestra provincia y con nuestra comunidad autónoma, conoce bien esta tierra y defenderá nuestros intereses". Hasta ahora no se sabía de esa implicación segoviana. En fin, que lo llevaría en secreto. Claro que lo mismo hubieran dicho los del PP zamorano si Maroto se hubiera empadronado en Cozcurrita. Más difícil lo hubiera tenido en Burgos ya que don Javier se ha mostrado varias veces partidario de que el burgalés Condado de Treviño pase a ser de Álava. Veremos que dice ahora si vuelve a plantearse la polémica y tiene que intervenir en el Senado.

Pero no adelantemos acontecimientos. De momento, tenemos a Javier Maroto como vecino de Sotosalbos reeditando otro episodio similar ocurrido en 1987. Veamos: ese año, José María Aznar era el candidato conservador a la Presidencia de la Junta de Castilla y León. Llevaba siendo presidente regional de AP desde junio del 85, pero nadie había reparado en que no estaba empadronado en la región y esa era una condición imprescindible para ser elegido. Así que deprisa y corriendo tuvieron que empadronarlo en algún lugar. ¿Dónde? En la sede de AP en Ávila. Lío resuelto. No tanto. La citada sede carecía de licencia de habitabilidad puesto que no figuraba como piso sino como local. Por consiguiente, Aznar no podía haberse empadronado allí, no era legal. El enjuague lo denunció el zamorano Francisco José Alonso, líder del Partido Nacionalista de Castilla y León, (PANCAL), cuando Aznar ya era presidente de la Junta. No le hicieron mucho caso. El PSOE y el CDS no quisieron tirar de la manta y ahí quedó la cosa. Aznar hizo carrera y hasta nombró ministro al que era concejal en el Ayuntamiento de Ávila cuando el empadronamiento: Ángel Acebes. Así se escribe la historia. Treinta y dos años después, seguimos empadronando. Todo sea por la regeneración y la mejora de la raza. ¡Gora Sotosalbos!