... Salvo que respondan al ideal comunista, los controlen ellos y sirvan, como en todos los países donde el comunismo se ha puesto en práctica, para oprimir al pueblo, sembrar el terror, acabar con los derechos humanos, expropiar la dignidad individual y crear elites que viven haciéndolo todo en nombre del pueblo pero sin el pueblo, controlando al pueblo y contra la libertad de cada uno de los individuos que componen eso que ellos llaman "el pueblo".

Cuando el actual alcalde estaba en la oposición, una de las cosas que más le incomodaba y tensaba en el salón de plenos era que alguno de los otros portavoces se refiriera a él como comunista. No encajaba bien que eso se oyera a través de la megafonía pese a que algunas veces llevaba sus papeles en carpetilla del PCE, si bien es cierto que plegada de forma que letras, hoz y martillo quedaban por dentro y no hacia el exterior. Personalmente entendía aquello como manifestación del conflicto interno, casi freudiano, que se da en quien se debate entre su ideal y lo posible.

Nunca, hasta hoy, llamé comunista a Francisco Guarido. En contra de lo que opinaban otros portavoces, de mi partido entonces y de los otros de la corporación, siempre pensé que esa dialéctica no es acertada, necesaria, ni conveniente pues se acerca demasiado al insulto. Del mismo modo que nunca he llamado fascista o nazi -el hermano gemelo totalitario del comunismo- a quien no se define a sí mismo y expresamente como tal.

Esta semana, sin embargo, quizás por la influencia euforizante de la legítimamente obtenida mayoría absoluta, su principal lugarteniente política y compañera vital, Laura Rivera, en columna publicada el miércoles en este mismo periódico acusa a los defensores de la iniciativa privada en Zamora de parecer comunistas "como su alcalde". Aclarado, el alcalde de Zamora es comunista. Vayamos sobre el contenido.

En dialéctica hegeliana, después marxista, estructura con la que escribe su artículo, su tesis -entiendo que al ser la más destacada teniente de alcalde es la del equipo de Gobierno y la del alcalde Guarido-, es que se está promoviendo una "ocupación forzosa de Montelarreina por entre mil quinientos y tres mil militares" (copio literal) que si todos los sectores empresariales de la provincia y Zamora 10 la apoyan y nadie protesta no es porque sea magnífico que unos miles de familias se asienten en nuestra tierra, sino que -como si fueran poco menos que apestados y no servidores públicos y garantes de nuestra democracia y libertad- exclama: "¡Tan desesperados estamos!".

Su antítesis, que sabe falaz, es que por qué no traen tres mil funcionarios públicos de otras ramas de la administración (¿los militares no lo son?) aunque no haya trabajo para ellos, entre otras cosas porque somos conservadores (a fuer de comunistas) y controlamos mejor gestionando la parálisis que potenciando el desarrollo.

La síntesis, al alcalde comunista no le gustan los militares, sin más, salvo que tal vez, como les gusta a los comunistas, respondan al ideal comunista... y ya saben, bucle...

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