Ríase usted del cambio climático y no ponga remedio a ese proceso imparable. No sé si dentro de cien años todo el mundo estará calvo. Lo que sí sé es que dentro de treinta años al mundo no lo va a conocer ni su creador. El clima está cambiando con una rapidez asombrosa. Los investigadores, los estudiosos están haciendo los deberes por nosotros y advirtiéndonos de sus hallazgos. Y como el que avisa no es traidor, según un estudio auspiciado por la Universidad ETH de Zurich y publicado por una revista científica, de aquí a 2050, tampoco queda tanto, un largo centenar de ciudades en todo el mundo pueden sufrir "condiciones climáticas nunca experimentadas antes" y todo ello en un escenario de aumento global de las temperaturas de dos grados centígrados como consecuencia del aumento de emisiones de gases invernadero a mediados de siglo.

Conclusión, el clima en algunas ciudades se parecerá en 2050 al que hoy por hoy experimentan otros centros urbanos hasta mil kilómetros más cerca del Ecuador. Si yo le digo que la temperatura máxima en Madrid, podría subir hasta 6,4º en el mes más cálido y que Madrid en el 50 será climatológicamente hablando tan calurosa como Marrakech en el tiempo actual, lo mismo piensa que he sufrido una insolación. Si le añado que forma parte del estudio de la universidad suiza que lo ha auspiciado, entonces la cosa cambia.

Madrid no será la única ciudad europea que sufra un cambio tan bestial. El resto de Europa y del mundo no se libraran del aumento en las temperaturas. La zona más castigada será el centro de Europa, especialmente golpeado por las olas de calor, estaría expuesto al aumento más acusado del mercurio, sobre todo en ciudades como la imperial Viena o Ljubljana, la capital de Eslovenia, que podría experimentar máximas hasta ocho grados por encima de los actuales. No estamos ante un cuadro de ciencia ficción, estamos ante hechos más que probables. No hay más que recordar la reciente ola de calor de finales de junio. Poniendo de nuevo como ejemplo a la capital de España, Madrid llegó a registrar temperaturas record de algo más de 41 grados en el aeropuerto de Barajas y de algo más de cuarenta grados en la estación del Retiro. No tenemos por qué extrañarnos de que en el cincuenta y con el nulo caso que hacemos al fenómeno del cambio climático, los termómetros se disparen en Madrid por encima de los 45 grados en la época más calurosa del año, acercándose así a registros como los que actualmente se experimentan en Marrakech.

Habrá que despedirse del turismo fijo continuo e incluso del otro que viene a disfrutar del sol de España porque, haciendo hincapié en el estudio, por ejemplo la temperatura máxima en Londres podría subir hasta 5,9 grados en verano y ponerse a la altura de Barcelona. En la capital del Reino Unido no están preparados ni de lejos para semejante cambio con subidón incluido. A ver, o hacen grandes inversiones en infraestructuras de todo tipo o se asan a sabiendas de que, por ejemplo, más de la mitad de las líneas de metro de Londres no tienen aún aire acondicionado, eso sin contar los problemas de agua y otros daños que deben evitar con tiempo. Tienen treinta años para prepararse. De tomarse en serio el estudio, el Reino Unido se preparará para recibir la canícula en el 50. No sé yo si España hará lo propio. Somos un país que dejamos todo para el último momento. Lo que ocurre es que hay momentos y momentos. Y este que se anuncia es de los que necesita urgente solución.