Hace unos días escribía sobre la mala imagen que tiene la clase política en nuestro país, especialmente este año, en el que, en una encuesta, de cierta fiabilidad, se reflejaba tal hecho. Y es que los políticos han pasado de ser una solución -así se veía durante la transición democrática- a verse como un problema, un problema, desafortunadamente, de difícil solución.

De manera que, con este caos de nuevos y viejos partidos, de grandes y pequeños acaparadores de votos, ya sean de alcance nacional, regional o local, no hay manera de encontrar alguno que se preocupe de los verdaderos problemas de los ciudadanos. Aunque traten de disimularlo, unos con menos desacierto que otros, al final a todos se les ve el plumero ya que les asoma la pata, untada en harina, por debajo de la puerta, como a aquel malvado lobo del cuento de los "siete cabritillos".

En todas partes cuecen habas, porque, casi todos, parecen proceder de la misma escuela, la de la cara dura, la altivez y la falta de respeto hacia quienes les han votado. Así que no dejan de aparecer casos de corrupción, de mangoneo, de favores a amiguetes, de mercadeo y de reparto de prebendas en puestos espléndidamente remunerados.

Y digo que en todas partes cuecen habas, sin importar el lugar, ni la mayor o menor importancia de la localidad de que se trate, ya que siempre hay un roto para cada descosido y nadie hace intención de zurcirlo. Hacen cosas y toman decisiones rayando la legalidad, o superándola con tiros rozando el larguero, o incluso corriendo el riesgo que alguien les pueda sorprender parando el balón con las manos, dentro del área, sin importarle el riesgo de ser castigados con un penalti.

Sin ir mas lejos, en un pueblo de la sierra de Madrid, que cuenta con una población de 15.000 habitantes, han sido cambiados los nombres de algunas de sus calles más céntricas, posiblemente por aquello de ir cumpliendo con la Ley de la Memoria Histórica. Así pueden verse, al menos, dos nombres nuevos: uno reza como "Los voluntarios" (Cada uno es libre de interpretarlo como quiera) y otro como de "Román Arranz" (Persona relacionada con aquella "clásica" prueba ciclista de "La Vuelta a los Puertos", desaparecida en 2011). Hasta ahí, nada que decir, pero lo curioso es que, en la misma placa, y en letras de menor tamaño, aparecen también los nombres anteriores, que en un caso era el de "Pilar Primo de Rivera"(Hermana del fundador de la Falange, y creadora de la Sección Femenina) y en el otro el del "General Mola", acompañados de la palabra "antes", por si hubiera alguna duda de lo que, hasta hace unos días, o como mucho unos meses, venía siendo de otra manera.

Tales hechos cada uno es libre de interpretarlos como crea oportuno, pero lo que no parece que ofrezca mucha duda es que los vecinos de Guadarrama - ese el pueblo al que me estoy refiriendo - no necesitaban de tal aclaración, ya que llevaban conviviendo con esos nombres más de cuarenta años; de la misma manera, a los visitantes del pueblo tampoco parece probable que les interese conocer tal extremo. Claro que, indagando un poco, puede uno enterarse que, hasta hace poco tiempo, también había otras calles con tan pintiparados nombres, alguna incluso con el nombre del yerno del general Franco (Calle del Marqués de Villaverde) No sé si ha sido el actual equipo de gobierno, o fue el anterior, quien ha tenido la genial idea de insinuar aquello de "sí, pero no" o viceversa.

El equipo municipal actual está regido por un alcalde el PP, apoyado por tres concejales y el apoyo de uno de Ciudadanos, sobre los diecisiete con los que cuenta la corporación, mientras el equipo de la anterior legislatura, pertenecía a un partido local, cuyas siglas son APPG, y cuya alcaldesa, pretendió, sin éxito, ponerse un sueldo de 50.000 euros, y de 40.000 a cada uno de los concejales, para equipararse, según dicen los mal pensados, al que tenía entonces la jueza Carmena en el Ayuntamiento de Madrid.

Puede verse que, tanto lo uno, como lo otro, no deja de ser chocante, incluso puede llegar a rechinar, pero es que a rio revuelto ganancia de pescadores. Lo cierto es que el conjunto de la oposición formada por el APPG, el PSOE, Vecinos Guadarrama, Vox y Podemos, que cuentan con doce concejales, no han sido capaces de ponerse de acuerdo para hacer valer su mayoría, lo que no es más que un fiel reflejo de lo que está pasando en España, que nadie es capaz de llegar a acuerdos si no le dejan antes meter la cuchara en el plato. Nunca mejor dicho aquello de que "en todas partes cuecen habas".