Tenía todas las papeleteas para no ser investido presidente de la Junta de Castilla y León. Primero, porque Fernández Mañueco perdió las elecciones autonómicas -bien perdidas- frente al socialista Luis Tudanca. Segundo, el líder de Cs, Francisco Igea, que inició el pacto-componenda con él, no se fiaba ni un pelo de la escasa actitud rehabilitadora del líder pepero. Tercero, Mañueco arrastraba tras de sí varias denuncias sobre clientelismo e investigaciones judiciales, sobre sospechas de delitos, y el lastre de que el PP llevara más de 32 años con una gestión pésima y poco transparente en el gobierno de la Autonomía castellanoleonesa. Cuarto, a muchos de los suyos -peperos- y de Ciudadanos no les convencía su pacato liderazgo y su historial político. Y quinto, entre otras cosas más, Mañueco no se lo creía ni él; no esperaba que saliera investido presidente. Temía el juego de peones y alfiles del ajedrez nacional y autonómico. Desconfiaba que la misma ´filosofía´ de la limitación de mandatos para los cargos públicos, debería aplicarse a él, que ya lleva 8 años de alcalde de Salamanca, presidente de la Diputación charra, 5 años. O sea, 20 años con la sola profesión de político entre los empleos de la Administración y del PP nacional y autonómico.

Pero salió presidente debido a un cambalache PP-Cs. Y en Castilla y León. a veces, con el asentimiento oscurantista de la ultraderecha Vox, se negociaron presidencias y vicepresidencia parlamentarias, de diputaciones, alcaldías y concejalías. Algunos puestos sin ningún criterio democrático ni regeneracionista.

En resumen, que Fernández Mañueco es presidente a pesar de ser derrotado por el socialista Tudanca, la fuerza más votada, por primera vez después desde 1983. Se aferró a la poltrona dando la espalda a los cientos de miles de castellanoleoneses que le indicaban con sus votos el camino de salida, su destino en la oposición. Y enseguida empezó con Cs el trapicheo de sillones, camelándose al pazguato negociador Paco Igea.

Mañueco afirmó que "Yo soy la renovación en el PP y quiero ser la renovación en Castilla y León" ¡Vaya desparpajo tan hipócrita!

Y encima, el salmantino Luis Fuentes de Cs, sale en su defensa -interesadísima- "Por qué no voy a creerle, si le conozco bien desde hace mucho tiempo".

Rivera desde Madrid dictó para Castilla y León sus 10 "tablas de la ley, las tablas naranja". Y Paco Igea, líder castellanoleonés de Cs, cual cid campeador le exigió juramento a Mañueco de que las cumpliría. En aquellos días Igea aún hablaba, cacareaba, alardeaba, de ser el paladín de la regeneración política y del gran cambio socioeconómico de la comunidad. También mantenía hasta hace bien poco sus "serias dudas sobre la voluntad real del PP y de Mañueco para admitir el cambio y la regeneración que las urnas han solicitado".

Y, claro, el astuto político salmantino, carcajeándose por dentro, le dijo que sí al incauto adalid de la moralidad castellanoleonesa venido a menos. Así que repartiéndose sinecuras, poltronas y sus prebendas pecuniarias ligadas a ellas, las tablas de la ley naranjas se fusionaron con las tablas azules (y a veces con las verdes de Vox) para cortar el bacalao. Así lo están haciendo también en Madrid, Murcia y antes en Andalucía, de manera escalofriante y descarada.

Cs facilitó al PP que se perpetuara en la presidencia de la Junta . A cambio exigió para ellos, entre otras, las alcaldías de Burgos y Palencia. Ha facilitado varias presidencias de diputaciones al PP y se ha hecho con la de Zamora, a pesar de tener un solo diputado. Este es el proyecto de Igea "para cambiar y para renovar Castilla y León".

Y tan contento Mañueco en lograr su sueño de presidente. Igea, de vicepresidente y portavoz del Gobierno para controlar, jajajaja, la regeneración de PP y de Mañueco. Y Luis Fuentes de copiloto parlamentario, bien dirigido y mejor pagado desde Madrid por el núcleo duro de Cs, muy fieles a Rivera.

¡Habemus papa; habemus presidente!, gritaban desde la bancada pepera en las Cortes autonómicas. Lo que no sabemos es si este Gobierno de coalición PP-Cs hará algo positivo por la regióm. Sobre todo unos que llevaban mal gobernando más de 32 años, y ´pá ná´. Y los otros, muchos de Cs llegados desde UPS y UPyD, con una visión provincialista de la política; una mirada muy anticuada y retrógrada que asusta.

Se destapó la careta Igea y de sopetón se encontró con los rostros desternillados de Mañueco y de Fuentes, riéndose a mandíbula batiente. También había por allí uno de Vox, pero eso solo se carcajeaba por los bajines por no dar la nota.

Y para rematar, los desatinos del líder de Cs Rivera, ignorando la historia y el sentido de estadista, escribe así en Twiter: "Una gran noticia para Castilla y León: tendrá un Gobierno nuevo (PP-Cs) que aplicará políticas liberales y de regeneración, trabajando para todos los ciudadanos de esta tierra tan abandonada por el bipartidismo".

¡Pero es que este tal Rivera no tiene ni idea que en Castilla y León lleva gobernando solito, campando a sus anchas, el PP desde 1987!

Desprestigian la política los hombres de negro, negociadores, al decidir el futuro de la comuniad, desde Madrid, después de más de 32 años de un PP castellanoleonés con corrupciones vergonzosas e ineficacia en la gestión de la Autonomía.

Y uno de estos negociadores de Cs, José Mª Espejo, vino a decir que este nuevo gobierno "es el mejor de la historia de Castilla y León".

Este experto de los pactos opacos dónde estaba en política -o dónde sea- en la época de los gobiernos de Aznar, Posada, Lucas y Herrera) y del PSOE, (Demetrio Madrid, Constantino Nalda).

Cuando se entere "ánsar", le excomulga de la derechona trifálica.