Llevan ya diez minutos en la televisión sin hablar de Madrid Central. España es un funcionario de Salamanca tomando cañas en un chiringuito de Torremolinos mientras el móvil le come la oreja con Madrid Central.

El notario de Jaén, el ama de casa de Vigo o el señorito crápula de Tarragona, Sevilla o Úbeda andan informadísimos de Madrid Central. Saben más de eso que de la arteria de su pueblo. Madrid Central: por aquí sí se circula, por aquí no, contaminación y tal. Y las multas pa cuando. Estoy por pedir la incorporación de mi salón a Madrid Central. De lo concurrido que está a veces. Mi pasillo es largo como la Gran Vía. Ciudadanos quiere ahora quedarse con Madrid Central, obra de Carmena. El PP se pasó la campaña diciendo que lo revertiría pero no sabe qué hacer.

A mí me gusta más el centro de Madrid que Madrid central, que no es otra cosa que una cosa de sentido común: hay que restringir el tráfico porque hay contaminación y además tanto coche no cabe. "Cuando vengas a Madrid chulona mía voy a hacerte emperatriz de Lavapiés y alfombrarte con claveles la Gran Vía, y a bañarte con vinillo de Jerez", decía el celebérrimo chotis de Agustín Lara. No sabemos si ahora le caería un multazo a Lara por alfombrar y por circular con su amada por la Gran Vía o qué pero el consuelo de todo esto es que uno ve por doquier en los noticiarios a su querida Gran Vía.

Urge vedar también determinadas zonas de las grandes ciudades no solo a los coches, también a los pelmas. Hay un centralismo informativo cuyo síntoma y efecto es Madrid Central. El estado descentralizado es Madrid Central hasta en la sopa. En la Sopa Central están vedados los pelos, que han de situarse en el borde del plato. Y conste que al que suscribe le interesa lo de Madrid Central, lo relativo a Madrid. Pero entiendo que no todo el mundo quiera que sea el centro de su vida. No sé usted qué opina.