Ningún año como este de gracia, la fiesta del Orgullo Gay había estado tan sumamente politizada. Y ya sabemos lo que ocurre cuando ciertos eventos se politizan. Por un lado el señor Grande Marlaska, ministro del Interior en funciones, magnífico juez, animando y justificando acosos callejeros contra sus rivales políticos en función de pactos para gobernar esta o aquella comunidad. Nunca la orientación sexual del señor Grande Marlaska ha sido un impedimento para reconocerle sus bondades como juez. Por lo tanto, imperdonable su actitud sectaria. Por otro, Pablo Iglesias, secretario general de 'Podemas' o como quiera que lo llamen ahora, evitando condenar los ataques sufridos por Ciudadanos, basándose en el hecho de que la culpa de la furibundia del colectivo LGTBI se basa en el hecho de los pactos entre el colectivo naranja y la ultraderecha VOX, causante de todos los males que acechan a España. Por cierto, la única ministra del Gobierno Sánchez que ha condenado las agresiones sufridas por Arrimadas y los suyos, ha sido Margarita Robles, ministra de Defensa en funciones. Chapó señora.

No comparto, ni siquiera me gustan ciertos postulados de Vox, en especial los relacionados con el colectivo LGTBI. Pero, de momento, lo de Vox son fanfarronadas, chuladas, advertencias y nada más. No tiene la necesaria fuerza política en número y en seguidores. En principio los de Vox no han mandado apalear, ni ahorcar a gay alguno y a lesbiana alguna. Sin embargo, la flaca memoria del señor Iglesias le impide recordar que las autoridades iraníes, las cubanas y las venezolanas a las que defiende con absoluto fervor y de cuyos recursos se ha nutrido en muchas ocasiones para prosperar en la vida, dentro y fuera de la política, ahorcan, asesinan, vejan, lapidan e incluso queman en hogueras, especialmente los primeros, a gays, lesbianas y transexuales por el hecho de serlo.

¿Cuándo se ha visto a Pablo Iglesias condenar a Irán por esa circunstancia, afearle lo mismo a Maduro o enfadarse con los Castro? Nunca, ni lo hará. Es mejor arremeter contra Vox porque, de esa forma, también erosiona, también desgasta al PP y a Ciudadanos. Escuchando a Iglesias y a Marlaska da la sensación de que gays y lesbianas solo fueran de izquierdas. ¿Qué pasa, que no hay gays de derechas? En la derecha política y también en las derechas españolas hay gays, lesbianas a montones y no sé si también algún que otro transexual. Lo único es que hacen normal lo que muchos ciudadanos españoles vemos normal. Lo que no es tan normal es el alarde, la farsa, el todo vale que resta seriedad al colectivo en cuestión. Toda mi vida he tenido amigos homosexuales estupendos, encantadores y normalitos, lo que ayuda notablemente a que su entorno lo veamos nunca como un problema, sino como algo, ya digo, normal.

Por cierto, el señor Marlaska debiera ser igual de crítico cuando el partido que lo sustenta como ministro pacta con Bildu, con Geroa Bai y con el independentismo catalán. Porque esos sí que han hecho daño a los españoles y a la democracia, unos antes, en los años del plomo y otros ahora, queriendo desintegrar España. Pero, ¡coño! de eso nunca dicen nada. Los de Vox ladran, pero es que los Bilduetarras de Otegi y los secesionistas de Torra muerden con la boca cerrada, que es peor, mucho peor. Quizá el señor ministro no haya caído en la cuenta de que un ministro del Reino de España representa a todos los españoles, a los de su cuerda a los que no lo son, a los de su orientación sexual y a los heterosexuales también. No estaría de más que el Orgullo bajará la intensidad política y la otra festiva, normalizando el asunto para que los demás hagan lo propio.