Los bandazos de días pasados en el ámbito autonómico son muestra no ya de la ineficacia de nuestra clase política, sino de los desequilibrios que padece el actual sistema partidario como fruto de posicionamientos erráticos en lo ideológico y lo programático, desde un cálculo cortoplacista que yerra en lo fundamental. Y probablemente, pese a la deuda que la sociedad española ha contraído con Ciudadanos por su defensa de la unidad nacional, sea este partido la clave de algunas anomalías a corregir mediante un oportuno reajuste del mapa político.

Ciudadanos se halla atrapado en su laberinto a causa de una indefinición que, como tacticismo, pudo estar bien en su día, pero que a la larga resulta desastrosa con independencia de los escaños ganados en unas elecciones que, si bien se mira, evidencian el fracaso de su gran apuesta: sorpasso al PP y liderazgo de la derecha. Ciudadanos viene oscilando demasiado como para propiciar que unos y otros lo tomaran por muleta y bisagra. ¿Había otra opción? Posiblemente, aunque no por el camino elegido. Buscar ascendiente y liderazgo en el espacio político del PP es ilusorio, dada la firme estructura territorial de los populares, además de la fidelidad de un electorado de clase media que, aun suspicaz, en el fondo jamás abandonará al partido que representa sus esencias en lo ideológico y lo social.

Sabida es la habilidad de Sánchez para el cubileteo político. Con todo, más allá del error de cerrar prematuramente las puertas a un pacto postelectoral, la mejor alternativa de Ciudadanos sería no ya una absurda, por gratuita, abstención en la investidura, sino mostrarse favorable a un gobierno de coalición que Sánchez ahora parece excluir, a sabiendas de que, en caso de hacerlo, gran parte del electorado y la opinión pública se le echarían encima después de clamar por la gobernabilidad, naturalmente sin contrapartida y a expensas del desgaste ajeno.

Aparte de que Ciudadanos necesita tocar poder, una coalición con el socialismo le permitiría desde dentro, sin renunciar al reformismo ni a la imagen moderada que conserva, aparecer como alternativa real de centroizquierda a un PSOE llamado a radicalizarse en la actual coyuntura. De ahí que su espacio político, antes que el de los populares, sea el de un PSOE alejado con Sánchez de posiciones socialdemócratas, ello naturalmente en el ámbito nacional y con amplio margen para las alianzas en el local y autonómico. Magnífica alternativa para Ciudadanos, el conservadurismo y la política española en general.