El comercio se mantiene como el principal sector para los trabajadores autónomos. El primer semestre del año en curso se ha cerrado con un total de 789.807 trabajadores autónomos. Según la Federación nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos, esta cifra supone un descenso del 1,5% respecto al mismo periodo del ejercicio pasado. Ciudades como Zamora no pueden perder a un colectivo tan importante. Hay que salvar al comercio tradicional como sea. No se les puede dejar abandonados a su mala suerte, a las modas que han dado un vuelco al sector y que no siempre son la mejor opción.

Los gobiernos, desde el central al autonómico pasando por el municipal, están en la obligación de afrontar, de manera firme, medidas para fomentar el emprendimiento. Hay que apostar por el tejido productivo que devuelva la esperanza y la confianza a nuestra economía. En Zamora caben todos, los propios y los extraños, pero hay que ayudar a los propios, como hacen en otras provincias sin por ello desatender a los que vienen a invertir y sobre todo a generar puestos de trabajo a esta Zamora semi-cerrada y no sólo por vacaciones. En plena canícula, cuando la ciudad aparece medio vacía podremos muy bien echarle la culpa al calor, pero cuando el calor pasa, la ciudad continua igual, quieta, vacía, excesivamente tranquila, sin alternativas de ningún tipo para retener a jóvenes y mayores y sobre todo sin expectativas de futuro para todos aquellos en edad de merecer un trabajo.

Cierto es que estamos atravesando un momento bastante delicado, donde se aprecia una ralentización indeseada en cuanto al crecimiento de nuevos autónomos, de los que hacen de la pequeña y mediana empresa su vida, dejándose la piel en ella, no siempre hasta la jubilación porque cuando vienen mal dadas ellos son los primeros afectados. Pues, que se sepa, ellos son el motor de la ciudad. Por lo tanto hay que ayudarles, hay que facilitarles las cosas y no entoñarlos en burocracia. Precisamente el colectivo de autónomos es el que más alarga su carrera profesional, por encima de la edad mínima de jubilación. Cuando los demás se van a disfrutar el jubileo laboral, ellos se quedan, cuántos hasta edades en exceso avanzadas. No les queda otra. Uno de cada cuatro de esos autónomos que continúan activos tras los 65 años, trabaja en el comercio al detalle y al por mayor, el que más ha perdido Zamora en los últimos años.

Bien cierto es que no son los únicos que alargan su vida laboral más allá de lo debido. Tras los autónomos del comercio, se encuentran los agricultores y los trabajadores de pequeños establecimientos de hostelería, especialmente bares y cafeterías, seguidos de los profesionales de otros sectores como la educación, la sanidad y el transporte. Los datos los aporta la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos. En muchos casos, el colectivo de autónomos del comercio son los primeros en llegar en edad y los últimos en marcharse, también en edad, de la vida laboral activa. Aunque no es menos cierto que muchos de ellos ingresan en el mercado de trabajo a una edad tardía, debido a esas vicisitudes, que en muchos casos ha propiciado la crisis. Primero han sido empleados por cuenta ajena y tras cerrar la empresa y verse en la calle se han visto obligados a emprender o quedarse permanentemente como inquilinos del paro, habitando esa larga hilera de personas sin la que el Instituto Nacional de Empleo no tendría razón de ser.

Sigo apostando por este colectivo. Son necesarios para dar vida a la ciudad. Son un sector principal al que hay que tratar como corresponde.