Querido Ángel: después de haber viajado tanto, quién nos iba a decir que te irías en un vagón silencioso, olvidándote del ruido de la vida y sin despedirte. Te vas para siempre, cuesta hacerse a la idea; dime que la eternidad es una ridícula habitación y que volverás por la mañana... Siempre fuiste juramento de buen gusto, afirmación de calidad humana y seguro ejemplo de educación y saber estar. Junto a ti las conversaciones se trezaban solas; tus numerosas vivencias hacían que tu compañía fuera una galería multicolor.

Es triste pensar que la muerte es la expresión definitiva del adiós. Me costará mucho no verte pasear por Zamora con Manolo y Rufino. Me costará ver a Agustín, y no encontrarte a ti a su lado. Sí, Ángel, por lo visto la vida y la muerte corren por el mismo cauce, de nada sirve huir, cuando la muerte agiliza el caudal y ahoga la vida.

Me gustaría ser niña y darte tu espacio celeste. No es mala idea pensar que serás una estrella, los niños viven los duelos de otra manera, y son capaces de consolarse con el resplandor de una ilusión. Ay, amigo mío, qué fatigoso es escribirte y no poder reprimir las lágrimas. Las líneas parecen hogueras en las que se quema mi impotencia y el humo me afecta a la vista. ¿Sabes? La amistad es un caballo de batalla... ¿Tú crees que puede interrumpir sus correrías aunque falte el jinete? Ya te digo yo que no.

Ángel, sonrío al pensar en el último café con churros que nos tomamos. Me tendré que acostumbrar a verte a través del cristal del recuerdo, será difícil, pero mientras sea respirante prometo no olvidarte jamás. Creo que el triunfo definitivo de la vida es ser querido. Junto a las formas del afecto se contemplan los vínculos, los mismos que son convincente sentido amoroso, y hasta en la lejanía nos dan cobijo. Junto a tu depurada calidad humana, los que te conocimos, descubrimos el sentido de la amistad; sí, el mismo que no admite conjeturas. Siempre admiré tu serenidad, prolijo libro con distintos nombres, que cada día se lee de una manera.

Dijo Bécquer: "¿Vuelve el polvo al polvo? ¿Vuela el alma al cielo? Hay algo que explicar no puedo, algo que repugna aunque es fuerza hacerlo, el dejar tan tristes, tan solos los muertos".

Zamora no será lo mismo sin ti. Hasta siempre, amigo mío.