Cuando una persona físicamente nos deja, que no emocionalmente; y una vez que el espíritu, de los que quedamos en este "valle de lágrimas", se va serenando, es momento de considerar; que no de juzgar, lo que solo compete al Sumo Hacedor; su vida para tomar buena nota de su entrega, sacrificio, generosidad, cumplimiento de sus tareas familiares, profesionales, ciudadanas, de amistad, etc., para ponderarlas, y que nos sirvan de estímulo y ejemplo a seguir, procurando, si fuera posible, superarlas.

Es por ello, que el recientísimo fallecimiento de nuestro querido padre Florentino, (q.e.p.d.), impele a sus hijos, familiares, compañeros y amigos, a tener presente, e intentar seguir, sus enseñanzas y ejemplaridad en todos los ámbitos de la vida; pues es una de las actitudes que todos debemos tomar en relación con los que nos han precedido; para que con todo ello mejoremos nuestro comportamiento en todos las relaciones humanas en las que estamos inmersos, para hacer que este mundo sea mejor para todos; que es de lo que se trata, de conseguirlo con el buen comportamiento de todos hacia todos.

Y es que en el caso de nuestro padre la huella que ha dejado va a ser imborrable, por su laboriosidad infatigable, por su dedicación sin fisuras a su familia, por su espíritu servicial con todo el mundo, por saber aceptar con entereza las limitaciones que el paso de los años iban haciendo huella en su cuerpo, que fue todo actividad; y, que todo ello, y mucho más, nos servirá de lenitivo al dolor que su desaparición física tenemos sus hijos, su familia, sus compañeros, sus innumerables amigos y conocidos.

Y por supuesto quisiera agradecer muy vivamente, a mi hermano Eugenio su inmensa entrega, cuidados, dedicación y esfuerzo, etc., que siempre le ofreció, especialmente en sus últimos años, cuando sus facultades físicas le mermaban, y que día a día trataba de compensarlas con los cuidados y consejos que le dispensaba; y también a mi hermana Ceci que fue quién, al atenderlo en el hospital, recibió la noticia de que Nuestro Señor lo había" llamado". Gracias, hermanos, jamás podré estar a vuestra altura, ni terminar de agradeceros lo que hicisteis por papá.

Quisiera, también, desde estas líneas agradecer a todo el personal de la Residencia La Saleta, la profesionalidad, entrega y cariño que siempre demostraron hacia mi padre.

Descansa en paz, papá, pero que sepas que tu recuerdo y ejemplaridad permanecerán siempre vivos en quienes tuvimos la suerte de ser tus hijos, tu familia, tus compañeros de trabajo, tus innumerables amistades...