La alcaldesa de Barcelona, y como ella cientos de dirigentes independentistas, no quiere a las Fuerzas Armadas españoles en, por ejemplo, el Salón de la Enseñanza, no vaya a ser que contaminen a niños y jóvenes catalanes, futuros independentistas si no lo son ya, y pasen, de esa forma, a engrosar las filas de las FF.AA. españolas. Militares españoles fuera de Cataluña. No los quieren. No son bien vistos. Les molesta que lleven en el uniforme la única bandera que reconoce todo el mundo: la bandera de España.

Pero, ¡ay, amigo!, si hay una riada, un incendio, una catástrofe del tipo que sea, apelan de inmediato a la presencia de las Fuerzas Armadas porque suman y hacen su trabajo a la perfección, aun poniendo en riesgo sus vidas. En el reciente incendio de Tarragona, y sin quitar mérito alguno a los Bomberos de la Generalitat, si no es por la presencia de la Unidad Militar de Emergencias, todavía estaban como el primer día

Ni en Barcelona, ni por supuesto en Tarragona, ni en Lérida, ni en Gerona han hecho ascos a la presencia de la UME. Conocen sobradamente su eficacia, su disposición, su preparación y son bienvenidos, Aunque no con el mismo entusiasmo, con la misma acogida que les dispensaron en Chile a los más de 56 militares de la UME que lucharon contra aquellos devastadores incendios forestales que trajeron en jaque a la población del centro y sur del país andino. Más de cien incendios y una labor efectiva durante 16 días que fue premiada con una ovación por parte de los chilenos presentes en el aeropuerto donde cogieron el avión para regresar a España.

Por estos lares ni se les despide ni se les recibe con tanta efusividad. Sobre todo si los 'lares' aludidos caen por Cataluña o las Vascongadas. Para el sarao, para la fiestuqui, para la difusión de los valores y la cultura de las Fuerzas Armadas, los independentistas no quieren interferencias. Prefieren invitar antes al Isis que hacerlo a cualquiera de los tres Ejércitos. Sin embargo, cuando vienen mal dadas y no saben ni por dónde empezar, no tienen pudor alguno en solicitar como en el caso tarraconense, la presencia de la UME cuya efectividad y superioridad con respecto a cualquier otra fuerza de la Generalitat, es incuestionable.

Cuánto cinismo, cuánta hipocresía. Lo más grande es que, a pesar de los vanos intentos de humillaciones constantes, cuando se necesita a las Fuerzas Armadas españolas, no se mira la procedencia de la petición. Tengo para mí que aunque Torra se cayera a un barranco todo vestido de blanco, si la presencia de la UME fuera necesaria, acudirían aunque fuera para engancharlo por el lacito amarillo y rescatarlo con vida. Cuan diferentes son unos y otros. Que sepa todo el mundo que el incendio de Tarragona no ha sido un incendio cualquiera, ha sido un megaincendio. Ya que se han visto obligados a intervenir en alrededor de otros cincuenta fuegos en la zona. Y rezando porque no hubiese más, ni grandes ni pequeños porque hubieran llevado directamente a un desastre de proporciones insospechadas.

Todo incendio es un desastre. Pero algunos son más que otros. La doble vara de medir del independentismo catalán es repugnante. Torra se puso la camisa blanca de los domingos por si le saltaba alguna pavesa y así mostrar su entrega al pueblo de Tarragona. Eso sí, lo hizo cuando el peligro había pasado. No pisó la tierra quemada en ningún momento. Se reunió con los alcaldes de la zona y el pueblo llano en el salón de plenos de alguna casa consistorial y en eso consistió su pena por las pérdidas: Ya le sacaran dinero suficiente al Estado español para paliar los efectos del fuego y lo que sobre para abrir una embajada en Kuala Lumpur. Que se lo metan por donde les quepa. Yo me quedo con la labor extraordinaria del extraordinario Ejército español.