Hay que reconocer que para algunas personas es más fácil y entretenido solazarse con unas palabras y algunos escritos en los medios públicos y redes sociales, que el compromiso público con un proyecto político. Como decía El Guerra (el torero): tiene que haber gente pa tó". Viene esto a cuento ante la dificultad que algunos tienen con el análisis serio y también con digerir los resultados electorales. Tampoco nos sorprende, pues ya nos tiene advertido nuestro León Felipe: "que no hay mejor (o mayor) enterrador que un sepulturero."

Y ahora hablando en serio, estaría bien que ante acontecimientos tan importantes como son unas elecciones, donde nos hemos pronunciado los españoles, la confrontación y el debate legítimo en la política democrática, no nos hiciera perder la perspectiva de la convivencia y el respeto; y aceptáramos, así mismo, que una sociedad civilizada es una sociedad que deja espacio para lo que no es la política.

Algunos venimos defendido, desde siempre, una sociedad más justa y equitativa y hemos encontrado en la socialdemocracia el proyecto que más se ajusta para la construcción de una humanidad más solidaria. Es verdad que los objetivos clásicos del socialismo se han visto dificultados por la dimensión de los mercados y la globalización con la aparición de poderosas economías emergentes, que no obedecen los elementales principios de la justicia y equidad.

Aunque la situación económica ha mejorado, la inseguridad social no ha desaparecido en España. Y es que las diferentes crisis han deteriorado, durante una larga etapa de profundo malestar que aún no ha sido superado en su totalidad. A esta situación hay que añadir cierta indignación y desconfianza por la acción política heredada de la derecha en términos de corrupción e ineficacia, y como consecuencias se agudizó la pobreza creando más desigualdad.

Frente a esta situación, tenemos un panorama bastante complicado desde el punto de vista político, pero también económico y social. Por un lado es necesario conseguir los acuerdos oportunos y eficaces para que el conjunto de las instituciones consigan el mayor grado de estabilidad; tambien la voluntad y compromiso interinstitucional y cooperación entre los Ayuntamientos, Diputaciones, Comunidades Autónomas, la Administración General del Estado y la Unión Europea.

Precisamente por eso el socialismo es más necesario, ya que es el único proyecto político que mantiene los objetivos de la justicia social y la democracia, así como la lucha frente a las desigualdades. También porque plantea una alternativa al capitalismo insolidario y la lucha contra la destrucción del planeta. Como tiene escrito el profesor José María Maravall: "en estos momentos es necesario la puesta en marcha del socialismo de lo posible".

Yo creo, sinceramente, que la mayoría de los ciudadanos españoles desea, una vez más, un cambio responsable como ocurrió en los años, también difíciles de 1982 y 1983:"que las cosas funcionen", ¿se acuerdan?; que nos impulse ante nuevos objetivos de esperanza. Que dada la situación de las tres derecha, y hasta que encuentren su sitio en la política moderna, la sociedad española tiene que seguir avanzando en los objetivos, que le preocupa a la inmensa mayoría de los ciudadanos, llámese educación, empleo, igualdad entre hombres y mujeres, en definitiva que el estado de bienestar llegue a todas las personas.

Sabemos que no es lo mismo que la derecha gobierne, que han traído más desigualdad e incertidumbre. También conocemos que no es lo mismo avanzar en igualdad que retroceder, perdiendo la ocasiones para que los más necesitados sientan el aliento de la justicia, la solidaridad y la igualdad de oportunidades. Necesitamos una renovación necesaria ante el peligro grave de un retroceso político y social que nos secuestre el autogobierno y nos retrotraiga a la preautonomía.