En un supuesto manual de feminismo no ha de faltar un capítulo dedicado a las beguinas.

Las beguinas, en sus orígenes flamencos allá por el siglo XII, eran mujeres que quedaban viudas, huérfanas o en situación de abandono por las duras condiciones de vida del momento, epidemias de peste y, sobre todo, tras las guerras y cruzadas. Se concentraban en comunidades o beguinajes donde se dedicaban a cuidar a los desamparados, al bordado de encajes (típico en los Países Bajos) y a la oración, pero sin pertenecer a ninguna orden religiosa. "Su ideal era orar y servir como Cristo lo hizo: desde la pobreza".

Las beguinas eran mujeres que, además de rezar, realizaban sus misiones pero sin alejarse totalmente del mundo, como sucede en los monasterios. Han constituido un movimiento religioso singular, en tiempos en que la mujer no tenía otra opción que entregar su vida al hombre o a Dios. Dedicaban su vida a la caridad, al estudio y, sobre todo, a la oración (no podía ser de otra manera en la sociedad teocrática de la época) y al mismo tiempo gozaban de una libertad de acción inimaginable en los conventos. En aquellos tiempos, prescindir de la protección del hombre era todo un atrevimiento.

Llevaban una vida religiosa sin renunciar del todo a la seglar. Podían entrar y salir con libertad, pidiendo permiso como en cualquier otra comunidad. Pero sus actividades suscitaron recelos, hasta el punto de que el papa Clemente V amenazó con excomulgar a quienes las protegiesen, por el riesgo que suponía que dieran su propia interpretación a las Sagradas Escrituras. Incluso fueron perseguidas, acusadas de herejes y de prostitutas, y alguna llevada a la hoguera.

Se sustentaban porque algunas venían de familias acomodadas (heredaban) y de sus actividades textiles y sus huertos. Estos formaban parte de los beguinajes (begijnof) o beateríos (especie de monasterios pero menos estrictos o mini ciudades donde los hombres estaban vetados). Eran conjuntos arquitectónicos que estaban compuestos por viviendas, donde habitaban las beguinas, una plaza, una iglesia y zonas verdes alrededor (parte de ellas los huertos).

En el siglo XIII, la condesa de Flandes ordenó la construcción de las casas para albergar a las beguinas. Los beguinajes actuales, al desaparecer la última beguina en 2013, están deshabitados pero, por su interés histórico cultural, están declarados Patrimonio Universal de la Humanidad.

Al no tener las beguinas ningún tipo de custodia masculina esto originó sucesivos conflictos con la Iglesia. Estas féminas además de jugarse la vida al luchar contra el poder establecido, nos han legado el origen de la fiesta de El Corpus. Ellas, que se atrevieron a quitarse de encima la custodia masculina, fueron las primeras mujeres que custodiaron a Jesús, algo que les estaba prohibido, y que lo sacaron en procesión por las calles del beguinario.

Muchos sacerdotes desconocen el origen de El Corpus y por eso, cuando hace dos años las mujeres de Prado (Zamora) cogieron en brazos a Jesús en esta fiesta, llevaron la custodia, algunos se "escandalizaron". Las pradeñas, después de que nos explicara el origen de esta fiesta un exclaretiano por la gracia vaticana, Nino, han sido las primeras en hacerlo en la época actual.

Secundino Movilla López, "Nino", pradeño, teólogo y pastoralista de reconocido prestigio, fue expulsado, junto con otros cinco claretianos, por el poder inquisitorial vaticano en abril de 1993 (fue noticia difundida por todos los medios de comunicación de interés nacional), de la Congregación de las Misioneros Hijos del Corazón de María, los claretianos. Delito: ser teólogos de la liberación, defender a los más necesitados desde la fe, la palabra y la práctica misionera. Por cierto, al frente de la institución vaticana que los sacrificó estaba el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio), un tal Joseph Ratzinger, más conocido como Benedicto XVI.

Los represaliados, para continuar con su labor sacerdotal, fueron acogidos por el obispo catalán en Brasil Pedro Casaldáliga, un luchador infatigable en defensa de un mundo más justo. Una primera aproximación para el conocimiento de Pedro es el documental "Caminando sobre tierra roja" de RTVE. Todos los poderes han intentado acallar a este progresista (existen demasiados de pacotilla). Todos los años Nino lo visita y sigue sus pasos en Mato Grosso defendiendo a los indígenas del poder de los terratenientes que terminan con los indios y con el medio natural.

Si las mujeres en Prado ya dos años que llevan por sus calles la custodia el día de El Corpus, además del palio, ¿por qué no os animáis en otros pueblos y entre todos rendimos un merecido homenaje a las beguinas (feministas auténticas) y reivindicamos el papel de igualdad de la mujer en la iglesia?