PSOE, socialistas y comunistas comunistas ya tardaron en pedir y reivindicar. Si bien se mira, da igual lo del Principado catalán con sus cuatro provincias, salvo por aro y manga ancha del sistema que padecemos. Importa exactamente lo mismo que la alcaldía de una Barcelona degradada a la condición de lumpen mantero y suburbial, a orillas de un tan cantado como hoy proceloso Mediterráneo.

Lo fundamental es y será siempre Valencia, auténtica clave del proyecto pancatalanista, entelequia al estilo de la Gran Bulgaria de cuya historia no hay más memoria que la que hay. O acaso creen que a la Francia jacobina y eternamente napoleónica le van a merendar así como así el antiguo Rosellón, saltando los Pirineos a modo de cualquier recortador o cucañista, ejerciendo de imperialistas de medio pelo. Cucaña e imperialismo paleto, claro está, para la España charnega y colonizada.

Ha dicho Ximo Puig, nuevo presidente aupado por podemitas y agregados, que Valencia, naturalmente, necesita redención y desagravio. O sea, que más, mucho más de infraestructuras, de financiación, de euros a piñata y rebatiña con las arcas del Estado.

Por aquí, por esta sufrida autonomía, ya lo sabíamos a cuenta del famoso refrán y aquello de apretarse el cinturón presupuestario. Pero, dado que socialistas, sanchistas y comunistas no tardan en clamar y apremiar con lo suyo, sería mucho pedir, después de los inmensos logros de nuestro último presidente, ido cuando le pintaban bastos electorales, que el nuevo lo más pronto posible salga al paso del siempre entrañable presidente Ximo, para hacerle saber que aquí también, que aquí estamos igualmente olvidados, oprimidos y ninguneados por el poder central, más todavía cuando estuvo en manos de los propios. ¿O no recordamos la minería? Que sí, que hay que cumplir con Europa, además de con techo de gasto y déficit. Mientras, la Autonomía valenciana, junto a una peligrosísima deriva hacia posiciones catalanistas y separatistas, es precisamente con su vecina norteña una de las que incurre de manera sistemática en déficit público, utilizado como arma política y de propaganda antes de solicitar la ayuda del Estado, en lo que constituye un agravio para el resto y una vulneración del principio de igualdad de los ciudadanos.

O sea, que vengan y lo cuenten en Sayago, Sanabria, La Guareña, Campos, Aliste y todo lo demás por si olvido algo, de esta hoy decadente si no agonizante provincia.