Como me alegra que la Subdelegación de Defensa de Zamora sea quien esta edición reciba el premio Zamorano del Año con el que Fundación Caja Rural premia la magnífica labor llevada a cabo por la Subdelegación en su constante labor de acercar a los ciudadanos, a través de multitud de manifestaciones, la cultura de Defensa de la que merece la pena empaparse por lo que de ejemplar tiene. Estimo que la labor del Subdelegado, coronel José Andrés Cuéllar, y todo el equipo militar y civil de la Subdelegación, merece el reconocimiento unánime de los zamoranos por el trabajo realizado hasta la fecha. Y lo que queda.

Y, mientras en Zamora, Fundación Caja Rural honra la bandera de España, honrando a la Subdelegación de Defensa, en Cataluña, se persigue a quienes tienen la osadía de defenderla, de portarla e incluso de esbozarla sobre el papel de un cuaderno. Eso ha ocurrido en el colegio Font de L'Alba en la localidad barcelonesa de Tarrasa, donde una menor de 10 años a la que se le ocurrió pintar la bandera de España, es decir, la bandera de su país, respetada en todo el mundo menos en el feudo catalán, fue levantada de la silla por su profesora que la tiro al suelo y la echó de clase mientras la agarraba por el cuello. A la tipa en cuestión, lo de profesora le viene grande, no le ocurrirá nada, apueste lo que quiera a que la pequeña se verá obligada a abandonar el colegio.

Si este fuera un suceso esporádico, pero es que, desgraciadamente, se está repitiendo en exceso y no se puede habituar a los catalanes a verlo como algo normal. Eso es para que luego lleguen a Madrid y hablen de las bondades del independentismo catalán y de la buena gente que integra las hordas de los Rull, Tardá, Forcadell, Homs y compañía. Estos son los que han tratado de vender al juez Manuel Marchena, con argumentos increíbles, que en Cataluña el 1-O fue una jornada festiva, un pic-nic urbano con sardanas y castellets incluidos, donde se consumieron butifarra, pizzas de Casa Tarradellas y espetec, mientras entonaban 'Els Segadors'. Porque los que arreaban estopa eran la Policía Nacional y la Guardia Civil, que son unos matones, que son unas fuerzas represivas que odian al pueblo catalán y son capaces, incluso, de cargar contra niños y bebés que, casualmente, sus papás colocaban como escudos humanos mientras la Policía Nacional los retiraba envolviéndolos en sus fornidos brazos.

Afortunadamente el juez no es tonto y conoce de primera mano lo que organizaron los matones independentistas en esa y en cualquier otra jornada que se inventen para insultar a los españoles, para agredirnos, para acusarnos de aquello que ellos hacen y no reconocen porque son unos enfermos, están enfermos de odio y eso se nota en actuaciones como las de esa individua, Chapó por la madre de la pequeña que ha denunciado los hechos, que no se ha callado, como tiene que ser, perdiendo el miedo a impresentables como la individua en cuestión cuya actuación puede muy bien considerarse por parte de la autoridad judicial como un delito de odio y daños a una menor. A los niños, ¡ni tocarlos! Y no sólo en el plano sexual, también en el de los malos tratos que se está extendiendo al ámbito doméstico y al escolar.

La individua en cuestión dio carta blanca a los alumnos para hacer lo que ellos quisieran en la portada del álbum fin de curso y a la pequeñina no se le ocurrió otra cosa que dibujar la bandera de España y como pie de dibujo poner un claro ¡Viva España! A la pobre no se le cayó el pelo, pero casi. El zarandeo y la humillación que sufrió, son claros delitos que hay que castigar con toda la fuerza de la ley. Y por si le queda alguna duda a la susodicha. ¡Visca Espanya! y ¡Viva la bandera española!