"No hay emprendedores en La Raya", nos dice. "Y el que existe no encuentra facilidades administrativas", nos apostilla Manuel Faúndez, de "Faúndez Gourmet", el paradigma del emprendimiento y que ha puesto en el mapa internacional de las setas a Rabanales, Aliste y los valles y montes de Zamora, y por ende de Castilla y León desde 1982 en que nació la empresa. Así se lo reconocen la Cámara de Industria y Comercio de Zamora en 1996, otorgándole el premio Mercurio al mejor comerciante del año o los micólogos de Castilla y León reunidos en el III Congreso Internacional de Micología celebrado en Soria en 2012, que le sitúan como el primer comercializador de un producto ecológico y natural hasta entonces no valorado, las setas.

¿Es acaso Manuel Faúndez Rivas un superdotado, un visionario ungido por el don divino? Todo lo contrario. Es un alistano como tantos muchos, de Sejas de Aliste y de familia numerosa, cinco hermanos, tenderos de huevos, aves y caza, y que con el paso del tiempo extendió a los tejidos. Manuel Faúndez, que en aquel momento no veía futuro en el pueblo, decidió irse a Bilbao. La llamada de la mili le obligó a retornar para vivir su primer "golpe de autoestima": él tenía las mismas habilidades que el resto, aunque más humildad y perseverancia, lo que le valió el "Diploma del Buen Comportamiento" que tanto le marcó para el resto de sus 81 años vividos tan intensamente como evidencia toda su obra.

Retorna a Sejas, pero las deudas familiares de nuevo le hacen emigrar a Francia, donde conoce a María Blanco Esteban, de Ufones, la que fuera su mujer y madre de sus cuatro hijos, y a la que hace corresponsable de su trayectoria vital y emprendedora. Lamentablemente, el pasado 28 de mayo la enterrábamos en Rabanales, conscientes de que se fue una parte vital y empresarial imprescindible de Manuel. La fragilidad de la economía familiar, su matrimonio y su instinto le hicieron volver al mundo del transporte internacional de mercancías primero, el taxi entre Portugal y Francia después, hasta que descubre visitando Mercabarna, en Barcelona, que los humildes níscalos que aquí se venden a 90 pesetas allí alcanzan precios de hasta 3.000. Y lo que era para él, el negocio del siglo, se convirtió en su primer fracaso: transportó un camión entero de níscalos que a su llegada a Barcelona no superaron las 250 pesetas, perdiendo en su primer viaje comercial 150.000 pesetas de las de entonces.

El vaivén de los precios en la micología, le hizo a Manuel adentrarse a fondo en este más que complejo mundo, aquí sin explotar todavía por entonces; en Italia, Francia, países del Este e incluso en zonas españolas como Cáceres, País Vasco, Cataluña o Navarra, desarrollado ya como producto fresco, pero también congelado, deshidratado, en conserva y en precocinado, que ha plasmado en Faúndez Gourmet, y cuyos productos están presentes en Europa, Estados Unidos, Asia, África y Paraguay, entre otros. Manuel no se olvida que en plena campaña setera y antes de que las sequías hicieran mella en la producción micológica, ha llegado a tener tres turnos de trabajadores, mayoritariamente de la zona de Aliste, y predominantemente de empleo femenino. Tampoco se le oculta que el cambio climático y la sobreexplotación de los recursos naturales permiten prever vaivenes futuros en este sector tan dependiente del clima y la meteorología, lo que le ha hecho ampliar el negocio a otro producto del que Aliste es pionera junto a Sanabria: las castañas. Tan convencido está de su futuro que él mismo ha plantado algunas para que sus hijos prosigan la tarea que él y María iniciaron y consolidaron en sectores del consumo familiar, la restauración, el catering y las grandes superficies.

Sin duda nada de esto sería posible sin la materia prima, las setas y castañas, y un emprendedor a quien la emigración y su propio instinto le convirtieron en doctor de la única Universidad posible: la vida. De ambas cosas Aliste está sobrado sin que se aprecia la tercera condición: un proyecto común de comarca rica en recursos naturales y también rica en hombres y mujeres capacitados para administrar su futuro. Por eso me permito reclamar a los nuevos responsables de los municipios e instituciones comarcales que cuenten con los vecinos a la hora de trazar el futuro de esta comarca. Hasta ahora nos hemos referido a las setas y las castañas, pero esta bendita comarca de Aliste tiene otros muchos recursos, como su carne de vacuno, el ovino y su trashumancia, que no tiene ya más vigencia que en los rebaños de Aliste por todos aplaudidos y admirados. El mejor apoyo práctico a esta trashumancia sería la reconversión en la mejor ruta verde Aliste-Sanabria, en plena Sierra de la Culebra. La miel, recientemente premiada por la Reserva de la Biosfera de España, y con ella cuantos recursos de sus montes tanto públicos como privados. Pero requieren una guardería mas comprometida con los intereses comarcales, como reclaman muchos profesionales forestales. De sus valles y huertos están saliendo tomates altamente valorados en el mercado del gourmet más exquisito madrileño. Los alistanos sabemos que de esos huertos familiares salen otras muchas exquisiteces que debidamente comercializadas de forma cooperativa evitarían perder ese territorio hoy semiabandonado.

Recién iniciado el nuevo mandato en los ayuntamientos, y a punto en mancomunidades Tierra de Aliste, Diputación y otros, es hora pues de elaborar un proyecto de comarca por todos compartido que nos permita tener muchos Faúndez Gourmet, y son "trabas administrativas". Los ríos, montes y riveras no entienden de límites municipales ni de políticas partidistas.