La Raya, un territorio fronterizo entre España y Portugal que recorre 1.214 kilómetros de Norte a Sur de la Península, comenzó a trazarse en Zamora casi nueve siglos atrás. Y a pesar de todas las batallas y avatares ocurridas en las centurias transcurridas, el espacio ha jugado, al mismo tiempo, una importancia decisiva para las poblaciones asentadas en la frontera, muchas de ellas zamoranas, tanto en plano social, cultural y, sobre todo, el económico. Actualmente, más de la mitad de los productos que exporta la provincia van hacia el país vecino en un negocio floreciente. Portugal es el destino exportador preferente de Zamora y el volumen de negocio superó los 35 millones de euros contabilizando solo los datos correspondientes al primer trimestre de este año. Una prueba, a mayores, de la consolidación de la economía lusa después de haber atravesado una recesión aún más dura que la que afectó a España.

En esas buenas relaciones deberían contar tanto el esfuerzo local como las diversas acciones entabladas por administraciones de ámbito regional. En 2014 Castilla y León se unió a Galicia, el Norte y el Centro de Portugal para constituir una macro región que defendiera mejor los intereses territoriales y, sobre todo, que gestionara las ayudas derivadas de los fondos europeos una vez que, en el caso castellano leonés, estos habían mermado al dejar de ser considerado región Objetivo 1 tras haber superado el 75% de la renta media europea. En gran parte, esa falta de convergencia la marcaban, dentro de la comunidad castellanoleonesa, provincias como Zamora, que a duras penas alcanzaron una renta que ha ido perdiendo puja por la fuerte incidencia de la crisis y la emigración.

Este mismo año, esa relación interfronteriza salió de nuevo reforzada al sumarse el Norte de Portugal a las justas reivindicaciones de inversión y desarrollo que reclamaban Castilla y León, Asturias y Galicia en torno al Eje Atlántico ferroviario. Hasta ahí la teoría, porque si se presta atención a las declaraciones realizadas días atrás por el presidente de la Cámara Municipal de Miranda do Douro Arturo Nunes, podría concluirse que también en la cooperación ibérica existen varias velocidades. Fue claro y explícito el político luso, durante su discurso en la primera edición de Frontur, muestra turística cuya modesta primera edición se llevó a cabo el pasado fin de semana: "Que Castilla y León mire al Norte de Portugal como lo hace Galicia". Y es que la comunidad gallega nos lleva adelanto en ahondar esas imprescindibles relaciones ibéricas. Primero, en el tiempo: la eurorregión entre Galicia y Portugal se constituyó en 2008, al estilo de la que habían sellado, previamente, Francia y Bélgica, además de Hungría y Eslovaquia, dentro del espacio europeo. Esos seis años más de experiencia, junto a una larga relación comercial y un entorno geográfico fronterizo de mayor penetrabilidad que la Raya zamorana, han permitido que Galicia haya avanzado en la gestión de proyectos y así, en la última reunión mantenida a principios de año para evaluar los resultados de 2018, se acordó intensificar la cooperación a través de un nuevo plan de inversiones y actuaciones en I+D+i para el período 2021-2027, anualidades que corresponden a la concesión de fondos europeos al finalizar las partidas de los anteriores planes en 2020.

En Castilla y León, también en Zamora, se está a la espera, aún, de que se definan los nuevos gobiernos regional y de la Diputación, que resultarán claves en esa invitación a acelerar la cooperación aún no tan potente como en el caso gallego. Por ello, no cabe desechar, en absoluto, los enunciados puestos en solfa por el presidente mirandés. Nunes centró su discurso de cooperación con la provincia zamorana, dada la vecindad de ambos territorios, hasta proponer un "frente común" que, necesariamente, será beneficioso para ambas partes a la hora de poner en marcha proyectos de desarrollo conjunto que supongan, en la práctica, un espacio sin fronteras para el impulso de la economía y de sectores como el turismo, en un entorno de nuevas relaciones. El escenario internacional, además, no puede ser más propicio, con el creciente papel del sur de Europa en una Unión acechada por el Brexit y por el auge de los movimientos populistas y antieuropeístas.

Las propuestas realizadas por el presidente de la Cámara de Miranda do Douro incluyen un frente común en la permeabilidad de la frontera mediante la construcción de infraestructuras más allá de la pendiente extensión de la A-11 hasta la IP-4 lusa por Alcañices. La conexión Braganza-Puebla y Macedo-Vinhais hacia la comarca sanabresa completan el capítulo de carreteras, pero especialmente importante se presenta la insistencia en una lanzadera ferroviaria que permita conectar el Norte de Portugal, desde Oporto, con la línea de Alta Velocidad que atraviesa Zamora. Sin duda, un importante paso en las comunicaciones que derivaría en un claro beneficio para Zamora al aumentar el tráfico de viajeros.

Pese a que los trabajos entre Castilla y León y Portugal se han venido manteniendo durante estos últimos años, elevar el nivel de cooperación y la calidad de los proyectos llevar a cabo entre ambos países resulta clave en la lucha contra retos como el demográfico. Actuaciones que promuevan un nuevo entorno, que rentabilice sinergias con el objetivo de facilitar un espacio donde se asienten empresas, se creen puestos de trabajo y la emigración quede relegada al olvido pueden tener parte de la respuesta justo al otro lado del Duero.