¿Y de qué vas a escribir este domingo con la que está cayendo?, me pregunta más de un amigo con un punto (o varios) de morbo y una sonrisita que es todo un monumento a la guasa. Me remito al título de este artículo: "La verdad, no sé qué poner". Cuando garrapateó estas líneas (sábado, 9 de la mañana), las noticias que llegan por doquier son un canto a la confusión, una loa al embrollo, un ditirambo al sinsentido. Además, cambian cada poco. Pones una emisora y no hay acuerdo. Mueves el dial y, cinco minutos después, ya hay pacto y, por tanto, alcalde. Vas al servicio, vuelves y ya no se sabe exactamente si hay o no fumata blanca porque uno de los del acuerdo no se ha entrevistado con uno de los posibles apoyos y este reclama cuchara para meterla en la cazuela. Una especie de guirigay sin reglas fijas. Lo que se consensua en una ciudad no vale para otra y las coaliciones, colaboraciones, cooperaciones o como queramos llamarlas fluctúan según sople el aire o según la pierna con la que se hayan levantado los barandas de Madrid.

De modo que los renglones que pergeño entre sudores a esta hora quizás no valgan para nada dentro de 30 minutos o menos. Anoche me acosté tarde. Anduve viajando por el éter bastante rato a ver si Internet y el ordenador me deshacían alguna duda. Nada de nada. Todo eran especulaciones, declaración de intenciones, avisos, amenazas ("si no me ajuntas, gana la izquierda y se come a los niños", "si les votas, llega la derechona y se carga el progreso"), baile de nombres, trileros jugando con tal o cual ayuntamiento a cambio de una diputación o de un gobierno regional, "demócratas" mezclando las alcaldías con el juicio a Junqueras y demás compañeros mártires, líderes echando gasolina a cualquier brasa, mezclas impúdicas de cargos municipales con la sesión de investidura de Pedro Sánchez y añadan lo que quieran; seguro que aciertan.

Y todos los que hablaban tenían razón, faltaría más. Y todos defendían su postura para favorecer al pueblo, a la gente. Es lo que han querido los ciudadanos, dicen, reiteran, aseguran; al rato ya no está tan claro. Han roto ellos las negociaciones y, claro, el personal ya pide otra cosa...aunque los votos no hayan variado desde el 26-M hasta ahora. A medida que escuchas frase tras frase y análisis tres análisis te va creciendo la sensación de que nos toman por tontos, o por desmemoriados, o por títeres a los que se puede manejar sin cortapisas, sin responsabilidades y sin el más mínimo respeto.

¿Cómo explicar si no que un preboste diga que es imposible hacerse cargo de una alcaldía con solo tres concejales y, al día siguiente, afirme que está dispuesto a aceptar? No se crean que es ciencia ficción o distopía. No, ha sucedido, está sucediendo ahora mismo (ya veremos dentro de media hora), en Palencia, una ciudad que forma parte del tributo que va a pagar el PP a Ciudadanos (Cs) para que Fernández Mañueco acceda a la Presidencia de la Junta de Castilla y León. La capital palentina es el paradigma de la sarta de rarezas e incongruencias en que se han convertido las negociaciones de estos días. Si hay pacto PP-Cs, lo lógico sería que la alcaldía recayera en el PP, que obtuvo 9 concejales, y no en Ciudadanos, con solo 3. Pues, no. Se juntaron en Madrid jefes de ambos grupos y pactaron por su cuenta. Los de aquí ni se enteraron. Y para más inri, los de la cuchipanda madrileña le filtraron la noticia a un diario nacional y aquí tuvimos que enterarnos de rebote, incluidos los afectados. De ahí la cara que se le quedó a Mario Simón, el cabeza de lista de Cs al ayuntamiento de Palencia, cuando le dijeron que iba a ser el próximo alcalde. Se lo comunicó un periodista que lo había oído el miércoles por la noche en una emisora nacional. No se lo creía. Y se le escapó un "¡cómo voy a ser el alcalde con tres concejales!". Dos días después, ya se veía con la vara en la mano, si bien lo tiene crudo porque la única edil de Vox amenaza con no votarle, lo que daría la alcaldía al PSOE, que, con 11 concejales, ganó las elecciones. Un follón. Y otro tanto ocurre en Burgos y en alguna diputación.

¿Y en la Junta? Bien, gracias. Mañueco ya se ve presidente. Ha dicho que sí a todo lo que ha ido pidiendo Ciudadanos. Y si le hubieran reclamado la Plaza Mayor de Salamanca, pues también. Pero Igea, como el Ebro en Zaragoza, guarda silencio y dice que ya hablará cuando haya acuerdo total y programa y reparto de atribuciones y, y, y...hasta el 21 hay tiempo para todo. Incluso para citar a doña Regeneración y negociar condiciones. ¿A cambio de qué? Pero esa es otra.