No compres a ciegas es el lema elegido por el comercio zamorano para recordarnos la importancia de que lo hagamos en el comercio local o de proximidad, el que genera riqueza en nuestro entorno, paga notables impuestos que permiten la cobertura de los servicios públicos, se nutre de otros proveedores locales de todo tipo generando la malla económica en ciudades como la nuestra y, sobre todo, el que multiplica el valor de lo que en él gastamos, mediante la creación de empleo.

El comercio local es un sector, por sus propias características, permanentemente inmerso en situación de crisis. Crisis cuando se abre un establecimiento y hasta el momento en que alcanza su punto de equilibrio entre ingresos y gastos. Crisis de estancamiento si no se recicla y adapta continuamente al cambio de hábitos de compra por parte de los consumidores y a la aparición de nuevos productos que desplazan en las estanterías y en los gustos a las anteriores referencias. Crisis de supervivencia cuando debe afrontar amenazas externas que van cambiando de forma y acumulándose con el paso del tiempo.

Si antes el miedo fundamental era a los grandes almacenes ubicados en otras provincias o a los hipermercados alejados del centro, después pasó a serlo al efecto atractor de las grandes cadenas y franquicias que empezaron a ocupar los locales más cotizados en las calles céntricas. Pero todo ello a estas alturas parece un juego de niños si lo ponemos al lado de la eclosión del comercio electrónico que se expande con inusitada rapidez entre todas las capas de la población y que para algunos, en muchos casos los más jóvenes, se ha convertido en la forma casi única de adquisición de determinados productos.

Basta acercarse por las oficinas de Correos o las de cualquiera de las múltiples agencias de mensajería y reparto de paquetería para comprobar cómo cada día se despachan cientos de entregas fruto de eso que la campaña llama "compras a ciegas", aunque no lo sean exactamente. Y llegados a este punto cabe preguntarse si realmente es posible combatir contra ese enemigo tratando de poner puertas al campo o la única forma no será cambiando el modo de funcionamiento del propio comercio local tratando de aprovechar por un lado los mismos recursos tecnológicos que lo amenazan, centrándose en los huecos que el comercio electrónico no puede cubrir, entrando en una relación personalizada e individualizada con el cliente y, también, reduciéndose desde lo público el maltrato fiscal y administrativo que el comercio y el conjunto de actividades económicas de pequeña escala reciben por el simple hecho de existir.

Mientras todo eso llega (o no), qué quieren que les diga. Compren aquí, aunque haya algo menos de variedad, aunque a veces resulte más incómodo e, incluso, aunque a priori les pueda parecer más caro y tengan en cuenta que lo más caro, más incómodo y más perjudicial para todos sería la desaparición de nuestro comercio de proximidad.

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