Si no supiéramos ya que a la política llega algún mediocre e irresponsable que otro, nos echaríamos las manos a la cabeza al escuchar la propuesta del señor García Egea, del Partido Popular, que llama al acuerdo que ha llegado con Vox para gobernar en el ámbito local como "los gobiernos de la libertad". Posiblemente, si llega a algún acuerdo con ese mismo partido y con Ciudadanos lo llamará "la Santísima Trinidad". Así al menos pasará a la historia del despropósito.

A estas alturas del partido, después de cuatro elecciones de distinto tipo, aderezadas por sus interminables precampaña, campaña y postcampaña además de todas las negociaciones transmitidas a voz en grito por la mayoría de los partidos y rebotadas hasta la saciedad por todos los medios de comunicación, la mayoría estamos exhaustos salvo alguno como el señor García Egea que parece que mantiene su capacidad intacta para decir despropósitos. Dios nos libre de personajes de tal calaña. Es para mudarse de país si existiesen muchos personajes así.

Hay un estudio de las universidades de Texas y Princeton que apunta a que los políticos han abandonado el discurso racional y el pensamiento analítico y han decidido dirigirse a los votantes con mensajes elementales con lo cual se está a un paso de caer en la mentira o en la estupidez como es este caso. Al Sr. García Egea no le pedimos que se parezca a Manuel Azaña que es reconocido como el máximo exponente de la perfección lingüística y discursiva, pero al menos que no nos tome a los españoles por tontos capaces de aguantar cualquier falsedad.

Así y todo, cuesta creer que el Sr. García Egea piense sinceramente lo que dijo y posiblemente es una ocurrencia de uno de esos asesores o estadísticos que rodean a los políticos y a veces enredan para ver quien dice la burrada mayor. Su estrategia de comunicación es, por el momento, la cumbre de una escalada que lleva en marcha desde hace un siglo y no da signos de remitir. Cada vez menos análisis, cada vez más autoconfianza, más determinación y certidumbre, más empuje y menos reflexión.

Posiblemente se piense que el ciudadano cada vez es más simple y se le convence mejor con eslóganes que con análisis serios y lógicos. En esa línea tenemos al señor Trump, el amo del mundo, que donde va dice y hace lo que le apetece. Confiemos que esta nueva forma de hacer política tenga los días contados.

(*) Miembro del Foro Ciudadano de Zamora.