Replicar a personas que no tienen una cierta corpulencia mental es absurdo. Darle curso a bobos es impropio de personas que piensan.

Cuántas personas son melodía desesperada tocando los instrumentos de la agitación hasta enloquecer... No, no hace falta aproximarse a ellos, igual que enjambres de abejas se aproximan ellos a nosotros; la mayoría portan un ceñudo gesto y se sienten ofendidos por todo. Las personas que siempre buscan follón suelen patinar con la indiferencia: lugar en el que moran los que son desesperanza de cordura y buenas maneras. Las ciudades son mundos entre casas, mundos que nos acompañan a diario, por sus calles pasean: burgueses, extranjeros, pobres, y muchos chalados.

Hace pocos días, con la timidez del medio día, me encontré a un hombre que iba insultando a todo el mundo, devorado por la locura gritaba (y mucho) algunas de las personas que pasaban por la calle, al sentirse increpadas le respondían, no sé la razón (sonrío) pero las respuestas tenían sobre él efecto de vapor. En poco rato se puso como una locomotora... Con los humos bien subidos y sin ganas de partir se subió a un banco y siguió esparciendo su miseria: "hijos de puta, comedme la polla". Viendo tan triste espectáculo, no sé si vencido por la risa o por la pena; se me antoja pensar que debemos estar dispuestos a disminuir la empatía con personas que la educación la tienen mohosa. Es importante saber diferenciar entre enfermedad mental y bobos con falta de vergüenza. Nadie estamos exentos de perder la cabeza, de pasar por un proceso mental que agite nuestra conciencia, por lo tanto, de todo lo humano no estamos ajenos, por lo tanto a los enfermos mentales debemos respetarlos. Pero a los bobos qué le den por saco... Muchos son la hostería de la calamidad, de las malas formas, del calentón de un cartón de vino peleón, de un porro mal fumado.