Se cumplen ahora 29 años de la última gran movilización zamorana: el 30 de mayo de 1990 se iniciaba la "toma" del abandonado Cuartel Viriato. Al margen de las connotaciones políticas de la protesta, existía una demanda objetiva, seria, que unió a decenas de miles de zamoranos durante casi un mes: disponer de un espacio dedicado a estudios universitarios. Los que existían y dependían de la Universidad de Salamanca, principalmente Magisterio y el primer ciclo de Geografía e Historia, carecían de infraestructuras adecuadas y, sobre todo ese primer ciclo de Humanidades, estaba abocado a desaparecer. Reivindicar la llegada de un campus suponía también apoyar la igualdad de oportunidades para los estudiantes zamoranos, en particular para todos aquellos que carecían de medios para poder costearse la carrera en otra ciudad, especialmente aquellos que residían en los pueblos de la provincia.

Tres décadas y numerosos avatares después, ese campus es una floreciente realidad, como se puso de manifiesto en la jornada celebrada el pasado martes por este diario en colaboración con la Universidad de Salamanca que, con el rector Ricardo Rivero y su dinámico equipo, está marcando una importante diferencia con sus predecesores al dejar de considerar campus como el Viriato instalaciones "periféricas" y prestarle una atención creciente a lo que no dejan de ser ramas del árbol de la sabiduría ocho veces centenario fundado, además, por un rey nacido en Zamora y adelantado a su tiempo, Alfonso IX.

El campus Viriato contribuye a ensalzar la marca Universidad de Salamanca y lo hace con estudios de excelencia, adaptados a la realidad cambiante del mercado laboral. Aquella lucha esforzada y tenaz culminó en la magnífica transformación de un cuartel abandonado a un espacio dedicado al estudio, a la técnica y al conocimiento. Ahora, el buen hacer de las escuelas merece una batalla similar para que sean conocidas como merecen. Y le sobran méritos a cada una de ellas. Magisterio forma desde hace generaciones a auténticos maestros, vocacionales, abnegados y que son capaces de dejar una impronta indeleble en la vida de los alumnos a los que forme. Ha sido el semillero de la merecida fama de la que gozan los maestros zamoranos, repartidos por toda España por el azar de las oposiciones. Ahora, la nueva escuela ubicada en el campus ha añadido a sus especialidades de Infantil y Primaria las menciones de inglés y de alemán, esta última con carácter exclusivo. Eso se traduce en una mejor preparación para quienes están destinados a educar a las nuevas generaciones, pero, sobre todo, amplía las posibilidades de encontrar un empleo para todos los que cursen allí el grado.

Otro tanto puede decirse de Enfermería, cuyas matrículas siempre se quedan cortas para la demanda existente, porque quienes tienen vocación de una de las especialidades sanitarias con más salida profesional, saben del rigor académico, la calidad de los estudios y también la preparación desde el punto de vista más humano que se proporciona en la escuela zamorana. Una escuela dependiente de Sacyl, lo que le garantiza realizar las prácticas en el cercano complejo hospitalario, y adscrita a la Universidad de Salamanca. La calidad ha sido contrastada, incluso, mediante una inspección de la Consejería de Educación que se saldó con una evaluación de resultados extraordinarios.

Maestros, enfermeras, profesiones que han estado y que siempre estarán porque abarcan campos indispensables en la vida de cualquier persona: la educación y la atención sanitaria. Pero, en estos convulsos años de la era tecnológica que vivimos, son muchos los retos y los cambios a los que se enfrentan quienes pretenden acceder al mundo laboral. La mayoría de los empleos más demandados no existían hace una década. Desaparecen oficios al tiempo que aparecen trabajos nuevos, ligados a esa evolución incesante. Los estudiantes que escojan acudir al campus Viriato encontrarán en la Escuela Politécnica armas con las que defenderse en este nuevo mundo. Hasta seis grados, dos dobles grados y tres títulos propios de máster en ingenierías ligadas a la construcción, a los materiales, a la informática y también a la industria agroalimentaria.

Aunque las matriculaciones en ingenierías están descendiendo en otras facultades, en Zamora se espera aumentarlas el curso que viene. El campus Viriato tiene una ventaja añadida a la cualificación extraordinaria de los docentes que imparten teoría y práctica en sus bien dotados laboratorios: la ratio en cada aula permite una atención al alumno casi individualizada. Y eso en carreras complejas como pueden ser las ingenierías supone ya una ventaja adicional frente a las atestadas clases de otras universidades grandes. El resultado es una cualificación de los egresados que les hace figurar entre los mejores profesionales de sus respectivos sectores. Algunas de estas ingenierías rozan el 100% de colocación al final de los estudios. En el caso de la agroalimentaria, algunas empresas de un sector básico en la economía zamorana están a la espera de que salgan nuevos licenciados para incorporarlos a sus plantillas.

Los cinco egresados que ofrecieron sus testimonios en la citada jornada celebrada por LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA coincidieron en esa excelencia, tan reclamada por quien decide emprender una aventura universitaria. Defendieron las bondades de un campus unificado en el que se mezclan estudiantes de distintas enseñanzas, como un modelo anglosajón a escala de una ciudad de las dimensiones de Zamora. Y calificaron sus años de estudiantes en la capital, ya que algunos procedían de pueblos cercanos o de otras provincias, como "inolvidables", por vivirlos en una ciudad amable, accesible y barata, extremo este de vital importancia si se tienen en cuenta los gastos que ocasionan a las familias que sus hijos accedan a estudios superiores.

Con todas estas ventajas, ¿cómo es posible que el campus Viriato no sea capaz de llenar cada año sus aulas en todas y cada una de las especialidades? Es evidente que falta información sobre el conocimiento y las posibilidades que encierra todo un mundo ubicado dentro de una ciudad pequeña pero capaz de ofrecer atractivos suficientes, calidad de vida, incluidos los apartados de ocio y esparcimiento cultural, de vivencias más allá de los estudios.

Debemos desterrar falsos complejos y presumir de este excepcional. Recomendarlo a los jóvenes en las familias como una de las opciones más válidas a la hora de plantear su futuro. Debe incrementarse aún más la relación directa entre empresa y Universidad, que ya es notable en el campo agroalimentario. Las instituciones locales, provinciales y regionales tienen que mimar la presencia universitaria en Zamora y las patronales desarrollar estrategias para atraer inversiones ligadas a esos excelentes futuros profesionales que se están preparando en sus aulas. Que no caigan en el olvido postelectoral proyectos tan señeros como el principio de acuerdo entre Diputación y Salamanca para extender a Zamora un parque tecnológico. En definitiva, la ciudad debe abrazar ese campus como lo que es: un soplo de vida y de renovación porque en ella bulle el arrojo de la juventud, el mejor antídoto para espolear estas viejas piedras zamoranas.

Debemos gritar alto que quedarse en Zamora para formarse, para encontrar trabajo, no significa resignarse. El campus Viriato da alas a su alumnado, son ellos los que deciden luego hacia dónde emprender el vuelo. Pero que la salida no sea nunca obligatoria por falta de oportunidades y desidia de quienes son responsables del futuro de la provincia.