Hace un tiempo era frecuente (al menos a mí me sucedió muchas veces) escuchar conversaciones como la que sigue:

-Oye, ahí en Zamora, todos son de derechas, ¿no?

-Hombre, todos, todos, lo que se dice todos...

-Tú dirás lo que quieras, pero mira los resultados electorales: ¿No ves que el PP gana en Zamora, Benavente, Toro y demás, barre en la Diputación y saca más diputados, senadores y procuradores que el PSOE; en autonómicas y generales, el resto no rasca bola. ¿O no es así?

-Sí, es así; nada que objetar por ese lado.

-Es que sois muy conservadores.

-No, lo que somos es muy agradecidos. Como la derecha ha hecho tanto por esta tierra, pues la seguimos votando y votando y votando. ¿No percibes el altísimo grado de prosperidad y progreso que hay en la provincia? Ni paro, ni despoblación, ni envejecimiento, ni huida de los jóvenes, nos sobran empresas potentes... en fin, que esto es Baviera pero más abajo y a la izquierda del mapa. ¿Y a quién o quienes se lo debemos? Pues, a los que gobiernan, o mandan, desde la guerra del obispo Acuña. Y la gente, generosa ella, le paga tanta dedicación y tanta lucha por el bien común con su apoyo en las urnas y donde haga falta.

Hay quien capta la ironía y quien, con los ojos a cuadros, te pregunta si es verdad parte de la parrafada anterior, la que habla de la prosperidad, el progreso y la riqueza de estos pagos. Y tú sonríes, le remites a las estadísticas y con gestos y miradas pareces decirle: "Cuanto más pobres somos, más votamos a los mismos; nos va la marcha".

Desde el pasado domingo, sin embargo, las conversaciones caminan por otros derroteros. No es que por ahí fuera no supieran que, desde 2015, había en Zamora un alcalde de Izquierda Unida (IU), saberlo lo sabían, pero como si no acabaran de creérselo, o no le dieran importancia o fuera de esas cosas que, con decirlas una vez, ya basta y sobra. ¿Se imaginan si hubiera sido Lérida o Vitoria?, ¿han contado las ocasiones en las que se ha comentado, insistido y machacado sobre tal o cual plan de Carmena y sus avatares en Madrid o los giros de Colau en Barcelona? Ya lo dice el viejo adagio: Zamora ni habla ni da que hablar".

Pero, claro, el pasado 26 de mayo sí habló. Y dijo lo que dijo. Y el personal anda por ahí todavía pellizcándose y buscando causas, sortilegios y "efectos". Y las charlas han cambiado de orientación:

-Oye, ahí en Zamora son todos rojos, ¿no?

-Hombre, todos, todos, lo que se dice todos...

-Lo digo porque IU ha sacado 14 concejales sobre 25; eso es increíble, salvo un milagro.

-Hombre, milagro, milagro, lo que se dice milagro...

-Pues, ya me dirás; sois la única capital de provincia con mayoría, y qué mayoría, de Izquierda Unida; y eso que ahí no hicieron caso a Garzón y sus garzonadas y fueron por libre.

-Y a la vista están los resultados. Es que Guarido es mucho Guarido.

-¿Cómo se traduce eso?

-Como un trabalenguas: es tan mucho que es muy sencillo, o sea que Guarido ha aplicado a su trayectoria la sencillez, la normalidad y la autenticidad; creo que nunca ha actuado como lo que no es. Y eso, en tiempos de la política-espectáculo y de mear a menudo fuera del tiesto, acaba valorándose, aunque los votantes puedan ser conservadores en otras facetas.

-Es decir, que no hay "efecto" Guarido como se cuenta por ahí.

-Depende. Si por "efecto" se entiende un soplo divino, una cosa misteriosa, un carisma arrebatador, pues no. Ahora bien, si por "efecto" pensamos en el sentido común, en la trasparencia, en creer y hacer lo que se dice, pues sí hay un "efecto" Guarido. Pero que nadie busque mesías ni redentores; lo que hay es un tío normal, que ya es bastante.

Y en esas estamos. Llevo una semana manteniendo conversaciones como la que he descrito. Y mis interlocutores, especialmente si son de lejos de esta tierra, no terminan de creérselo. Tiene que haber algo más, insisten. Y no hay forma de convencerlos. No acaban de comprender que lo normal, lo natural, lo sencillo es lo más sobresaliente. Se ve que no se lleva, que no está de moda. Pues, oiga, allá ellos.