Se llama Víctor Martín Angulo. Tiene once años. Es un niño pobre que reside en la localidad peruana de Moche. Tan pobre, que su familia no puede costear la factura de la luz por lo que el chavalín se ve obligado a hacer los deberes del cole por la noche a la luz de una farola de la calle, tumbado en la acera, escribiendo en un cuaderno o apurando la lección que le toque en suerte. El pequeño no tenía más opción que esa si quería cumplir con lo que la maestra le asignaba.

La estampa que componían la farola y el chavalín fue grabada y ya se sabe lo que ocurre en las redes, la imagen se hizo viral y conmovió a un empresario árabe de Bharein. El empresario se llama Yaqoob Yusuf Ahmed Mubarak. Tiene 31 años. Y le sobra el dinero. Lejos de guardárselo para sí y los suyos, al comprobar la situación de pobreza en la que se encontraban Víctor y su familia, no se lo pensó dos veces. Se presentó en el pueblo del pequeño y no solo se ha comprometido a construirle una nueva casa y ayudar a su buena madre a emprender en un negocio, el empresario árabe también ha decidido invertir en la escuela en la que el chavalito cursa primaria.

Mubarak también procede de una familia humilde. Quizá eso ayudó a que empatizara con el chaval y su situación, esperando que su altruismo sirva para que Víctor tenga un futuro mejor. A cambio el empresario bahraíni ha pedido al muchachito que sepa valorar el esfuerzo y respete mucho a su madre. Todo el mundo, en Oriente y Occidente, ha alabado el detallazo de este buen samaritano que no se lo pensó dos veces. De forma colectiva, para todos los enfermos de cáncer, Amancio Ortega hace lo propio un año sí y otro también, destinando cantidades millonarias a la compra de costosos aparatos que pueden ayudar no solo a detectar, también a salvar vidas.

Sin embargo, en la España de Podemos y de un cierto sector de la izquierda radical travestida de demócrata, el detallazo del patrón de Inditex es censurado de forma vergonzosa y arbitraria, intentando sacarle los colores y poco menos que poniéndole a los pies de los caballos. El reino de Bahrein no es precisamente un crisol de democracia. Sin embargo, nadie ha cuestionado cómo el empresario árabe de procedencia humilde ha hecho su fortuna. Se ha alabado el gesto realizado con el niño peruano y aquí paz y después gloria. Con Amancio Ortega la izquierda radical española no se anda ni con miramientos ni consideraciones de ningún tipo. Se le machaca sistemáticamente, se habla de la procedencia de lo que han dado en llamar "limosnas" y se le critica hasta la saciedad.

En cualquier otro país, incluso del orbe europeo, Amancio Ortega ya tendría un monumento, ya habría recibido las más altas distinciones y gozaría de las más altas consideraciones. Pero eso es mucho pedir para quien llaman indignidad a un acto de solidaridad que se repite una y otra vez. Como el reino de Bahrein está bajo sospecha, al igual que Irán o Venezuela, lo mismo Iglesias y sus huestes no tienen nada que reprochar al multimillonario. Y porque, además, los bahrainies profesan el Islam y eso a esta gente les da un miedo terrible. Lo de menos son ciertas leyes arbitrarias y cuestiones peores que afectan a la vida de algunos colectivos. Lo importante es que la ira de Alá no caiga sobre ellos, más que nada por si pueden hacer algún tipo de negocio, igual o parecido al que tienen con Irán.

Me descubro ante Ahmed Mubarak, ante Amancio Ortega y ante un chavalito que nos ha tocado a todos el corazón y que estudia a la luz de una farola callejera.