"Es sorprendente cómo una vez la mente está libre de la contaminación emocional, la lógica y la claridad emergen" Clyde de Sousa.

Observo que, uno de los grandes problemas de nuestra sociedad actual es la indiferencia que existe en todos los ámbitos de la vida.

La indiferencia, en términos generales y de forma asequible es una especie de estado afectivo neutro, es lo que comúnmente conocemos con la expresión éste o ésta ni siente ni padece.

He elegido este título de la indiferencia, basado en las reflexiones del vía crucis del pasado Viernes Santo, pues el sacerdote hizo, a mi humilde juicio, una brillante exposición, sobre la indiferencia que prima en las relaciones sociales actuales. No podemos ser indiferentes a las situaciones de abuso del poderoso frente al débil, a la mentira, al dolor, al sufrimiento del hermano del prójimo, a las situaciones de injusticia, de la miseria que está invadiendo determinados campos sociales.

La indiferencia lo único que hace es beneficiar al poderoso frente al débil y perpetuar la impunidad.

Hemos de desterrar la indiferencia y no dar cabida en nuestro ámbito a los indiferentes, porque ser indiferente equivale a estar muerto frente a la sociedad y a los más próximos.

Hay que tratar de cambiar las conductas de los indiferentes, pues, deben ser conscientes que la vida es mucho más que un vulgar pasotismo de los problemas propios y ajenos.

No me imagino la indiferencia en la amistad, pues, es inadmisible para mi tener una amiga o amigo indiferente, que no sepa salir de su vida cotidiana, y dedicar tiempo al amigo, escucharle y reflexionar sobre sus problemas, hemos de tener nuestra mente siempre abierta al problema y situaciones adversas del prójimo.

El indiferente es aquel que no se pronuncia, nunca manifiesta su credo religioso o ideología política, trata de quedar bien siempre y ante todos, suele reír los comentarios de sus jefes para agradar.

El indiferente, con su silencio, ha cooperado a lo largo de la historia, donde el fuerte ha acorralado al débil, y de las impunes violaciones que el poder ejerce sobre los indefensos y ello porque quiere, porque puede y lo que es más triste porque le dejen.

¡Basta ya! de permanecer indiferentes ante las situaciones de injusticia social, económica, sanitaria, educativa y de prepotencia de los poderosos.

Es incomprensible que una persona con un mínimo de sensibilidad pueda permanecer indiferente, esto es, sin sentir ni padecer, ante las múltiples situaciones de injusticia que se dan en el mundo actual, donde unos pocos poderosos, dominan la tierra y el resto, una mayoría, carece de los más necesario.

Recuerdo una frase que dice: "Si los de abajo se mueven los de arriba se caen".

Que cada lector obtenga su conclusión.

La sociedad no puede permanecer indiferente ante las múltiples situaciones de injusticia, hemos de decir no al pasotismo. Las injusticias nos afectan a todos, y con nuestra conducta de silencio, en definitiva, de indiferencia estamos contribuyendo, aunque no lo creamos, a perpetuar situaciones de injusticia.

Hemos de educar a los jóvenes en el compromiso social, en la lucha por la justicia y porque todos los hombres sean respetados en su dignidad como personas, teniendo acceso a una buena educación de calidad, pública, gratuita, para todos, en todos su grados, a una buena sanidad pública, a una vivienda digna y a evitar a la especulación con los bienes de primera necesidad.

Creo que ha llegado el momento de decir no a la indiferencia.

Los indiferentes no pueden tener cabida en la sociedad actual y todos hemos de tener pleno conocimiento de nuestra posición en la sociedad y jamás confundir situaciones. No esperemos que los poderosos nos vayan a resolver los problemas. Tu indiferencia, te perjudica y nos perjudica a todos, asimílalo.