Quince días suspendidas de empleo y sueldo. El castigo lo ha impuesto el Ayuntamiento de Montamarta a las dos auxiliares de la residencia de ancianos investigadas por el Juzgado por presuntos malos tratos y vejaciones a usuarias. Un castigo 'insoportable', un castigo que, no sé hasta qué punto, las dos auxiliares podrán 'soportar', un castigo 'insufrible' e 'intolerable', dicho todo lo dicho con la necesaria carga de ironía. En quince días suspendidas de empleo y sueldo es en lo que el ayuntamiento de la localidad valora la falta de humanidad, la ausencia de escrúpulos de las dos auxiliares a las que debían haber despedido de inmediato.

¿Tan poco vale la dignidad de nuestros ancianos? ¿Son lugares seguros, para todos ellos, las residencias? ¿Nos podemos fiar del personal? Y, lo más grave ¿nos podemos fiar de las directoras, puesto que en su mayoría suelen ser mujeres? Confío plenamente en el instinto, en el criterio del titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción, numero 2 de Zamora que ha abierto diligencias. Hay que dar un escarmiento a esas personas carentes de empatía, carentes de humanidad, que viven de los ancianos, en tantas residencias de Zamora. Porque si esos centros no tuvieran residentes, a ver de qué diantre iban a comer ellas.

Las ancianas de la residencia de Montamarta que han sufrido escarnio merecen una reparación urgente. Hay que pedirles perdón por el ludibrio. Tanto Ayuntamiento como dirección están en la obligación de hacer algo más que pedir perdón, si es que han tenido la decencia de pedirlo. A los ancianos, ni una broma de mal gusto. Nada que atente contra su dignidad. Y vuelvo a decir lo que vengo reiterando, si no se vale para trabajar en una residencia que se abstengan. Los dueños y las directoras de estos centros, digo yo que no serán tontos, que se darán cuenta de quienes son fiables y de aquellos en los que no se pueden confiar. Por lo tanto, están en la obligación de actuar con celeridad para evitar los escarnios posteriores.

Sólo pido al juez la máxima severidad para, de esa forma, hacer desistir a tanto impresentable como se cuela en estos centros disponiendo de los ancianos como si fueran muñecos del pim pam pum. Descargando en ellos sus frustraciones, sus cabreos, en definitiva, maltratándolos de palabra, de obra y cuántas veces también por omisión. A cuantas miradas de auxilio cuando las palabras no salen, se les hará caso omiso, mirando hacia otro lado, dando una mala contestación o, en el colmo de la vileza más absoluta, utilizando la violencia como respuesta.

Ya está bien de vejar y maltratar a nuestros mayores, a todos aquellos que tienen la suerte o la desgracia de acabar sus días en un establecimiento que, indudablemente, no es su hogar, y en el que en lugar de rostros amigos, de personas comprensivas y afables, se encuentran con auténticas brujas. No quiero ni pensar qué es lo que pueden llegar a hacer cuando la memoria se borra, cuando no hay recuerdos, cuando el habla es prácticamente un estertor y no se pueden defender. Menos mal, que la Asociación de Familiares y Enfermos de Alzheimer, con Manuel y Antonio a la cabeza, puede hacer mucho en ese sentido a favor de estos enfermos.

Me solidarizo, ¡y de qué forma! Con las familias y con esas otras auxiliares que tuvieron la decencia de denunciar ese lamentable estado de cosas a las que la dirección del centro hizo caso omiso. Ahora sólo cabe esperar que el señor Juez resuelva con contundencia..