Hace varias semanas que escribí un articulillo urbano sobre el círculo vegetativo que empobrece la plaza de Sagasta, que no recuerdo qué Ayuntamiento tuvo la idea de proyectarlo. La pereza, a veces, o el ya lo haré mañana que nos invade a los mayores, han sumado demasiados días dando lugar a que me hayan pisado, en cierto modo, el motivo de mi articulillo citado. Afortunadamente, con una agradable noticia publicada el pasado 23 de abril en este mismo periódico titulado "Regreso al Paraíso". La Fundación Fundos (a cuyos miembros felicito) ha gestionado la cesión al Ayuntamiento de Zamora de la escultura en bronce "Adán después del Pecado", cuyo autor es el zamorano Eduardo Barrón, y que durante muchos años hemos visto en el patio de operaciones de Caja España, y que ahora, según palabras del propio alcalde puede ser colocada en la plaza de Sagasta. El lugar me parece muy acertado y, al tratarse de una excelente noticia, creo aún vigente mi demorado escrito que reproduzco a continuación. Dice así:

"Los arbolitos de la plaza de Sagasta. En la modernista plaza de Sagasta, se construyó hace algunos años un amplio círculo de considerable diámetro con un perfil exterior de aproximadamente un metro de altura a modo de asiento corrido. Cuando la estaban finalizando yo pensaba para qué serviría tan enorme contenedor. ¿Acaso para una fuente con los consabidos chorritos como es habitual por estos lares? Pues no, fue llenado de tierra y plantaron una especie de geranios cuajando la superficie que poco después fueron sustituidos por tres arbolitos con sus correspondientes elementos protectores, y ahí siguen los pobres, uno de ellos con un desplome exagerado, además sus copas grandes tienen unas hojas de color siena tostada nada refrescante a la vista. Se trata pues de un proyecto totalmente inadecuado que no se corresponde con la exigencia de una plaza con tanta solera como la de Sagasta.

Hago con detalle la descripción de este invento porque me parece oportuno, ahora que estamos en vísperas de las elecciones municipales, que los candidatos a la Casa de las Panaderas tomen buena nota de lo que no se debe hacer. Los ayuntamientos no solo necesitan munícipes entusiastas y con voluntad de servicio, sino también que alguno esté dotado de sensibilidad en estos asuntos. Los partidos políticos en general cuando confeccionan sus programas de cultura prometen grandes y costosas obras, como adaptar edificios a museos o la restauración de monumentos, (nunca esculturas modernas de las que Zamora carece), pero no se preocupan de tratar con esmero estas obras menores como la que describo, de poco coste y que mejorarían el aspecto de la ciudad.

El Ayuntamiento debería crear un equipo de asesores culturales con preparación, conocedores y amantes de lo urbano, que aporten ideas para revalorizar el tono general que la histórica, artística, "muy noble y muy leal ciudad de Zamora" pueda aspirar a conseguir el anhelado título de Patrimonio de la Humanidad.