El término conservadores se aplica en política a la derecha moderada aunque esto no siempre responde a la realidad. Nació ese uso a la vez que surgieron los liberales. Los conservadores como defensores del estatus existente, del conformismo y el inmovilismo, del miedo a los cambios y respeto férreo a la tradición y las costumbres. Los liberales pretendiendo abrir puertas y ventanas, sin las revoluciones y roturas que luego traerían los postulados totalitarios paralelos, comunistas y fascistas como extremos que se tocan.

Lo liberal es lo transformador, impulsor de los cambios que permiten el progreso para la sociedad y para cada individuo. Más tarde con la reconversión del socialismo real o comunismo hacia el socialismo práctico se genera ese punto intermedio entre liberales y socialdemócratas que permite el progreso sosegado y paulatino, el movimiento continuo hacia adelante, la igualdad de oportunidades y la profundización y perfeccionamiento de la democracia. Bajo estos parámetros de democracia estable y gobiernos en alternancia lo conservador deja de ser un elemento de adscripción ideológica y pasa a serlo de definición práctica.

En Zamora hoy el voto más conservador no es el que va a ciertos partidos en la derecha sino el que pretende preservar el inmovilismo basándose en aquello tan repetido de "más vale lo malo conocido" o en aquello tan zamorano de "no han hecho nada especialmente malo" en lugar de apostar por algo más liberal o progresista. Algo que nos permita ofrecer las oportunidades antes perdidas a nuestros jóvenes, a quienes se han tenido que marchar de nuestra tierra y a todos aquellos cuyo futuro pende de un hilo en esta castigada tierra. Posición defensiva y pasiva ante el destino en lugar de posición activa para encarar los retos y con ellos las oportunidades que cada día el mundo en transformación abre a aquellos que saben luchar por ellas.

Vuelven algunos a defender el que nos quedemos como estamos cuando eso a lo único que conduce siempre es a seguir empeorando de manera acelerada. Como los entrenadores que salen a empatar terminan casi siempre perdiendo así le pasará a Zamora si se resigna a que lo mejor que puede pasar es que no pase nada. No, el "rebélate" no es un lema que figura en las camisetas para la pose falsamente progresista de unos cuantos que, como los más conservadores, viven más cómodamente cuanto menos se muevan las cosas.

El verdadero "rebélate" es el que alimenta y estimula la actitud de aquellos que lo que quieren es que Zamora sea tierra de oportunidades, de inversión, de creación de empleo, de crecimiento de la población y atracción de riqueza para todos. Casi todos tenemos hijos o nietos por los que luchar. Podemos hacerlo moviendo Zamora o sentarnos a ver cómo los dos últimos meses de un mandato se inauguran los anuncios de lo que se va a hacer porque no se ha hecho en los casi cuatro años previos. En cada mano está la decisión tan solo dentro de una semana para decir qué Zamora queremos dentro de cuatro años. Algunos creemos y queremos el progreso. Nos rebelamos.

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