Ahorre usted toda la vida para comprar la casa que habita. Hipotéquese hasta las cejas para hacerse propietario. Vaya decorándola con cariño poco a poco hasta hacer de su casa su hogar, dos conceptos completamente distintos, para que un día salga a comprar al mercado, se vaya de fin de semana, o quince días de vacaciones y cuando vuelva, su hogar dulce hogar esté ocupado por otra familia, por gente desconocida que no sólo busca techo, busca apropiarse de lo que no es suyo y destrozar, porque es lo que hacen, su hogar. Estamos hablando de los 'okupas'.

Todos los días se produce alguna noticia en este sentido. La última damnificada, cuando esto escribo, es una señora llamada Montse, que vive en la Diagonal de Barcelona. Se fue de vacaciones y cuando regresó se encontró que su casa había sido okupada por una familia de nacionalidad turca. Como si quiere ser de Campo de Criptana. Montse no es un caso único. Situaciones así las viven infinidad de familias y promotores de pisos todos los días.

Para qué diantre nos sirven los políticos que legislan, si no arbitran ni medidas ni solución alguna para acabar con este estado de cosas. O sea, un banco o una Caja, voraces todos ellos, puede desahuciar a unos ancianos de ochenta años o a una pareja de veintitantos o treinta años, en veinticuatro horas por no poder hacer frente a la hipoteca, y sin embargo la autoridad competente se lava las manos ante la presencia de okupas en un domicilio particular. Es una vergüenza. Para más Inri, los okupas han encontrado la tecla ideal para extorsionar a los propietarios: asaltan edificios nuevos o recién rehabilitados días antes de la entrega de llaves.

Eso, al parecer, no es delito. Entrar a robar, sí, pero adueñarse del hogar ajeno, no. Hay un punto débil legal, bien conocido por los okupas, que explotan a tope. ¿Dónde ha quedado el desahucio exprés para los okupas del que tanto se nos habló en su día? Algunos tienen como oficio, bastante rentable, la okupación de domicilios ajenos. Así y todo, cuando la ley exprés funciona, se pasan bien a gusto treinta días en los que los okupas desvalijan y destrozan todo lo susceptible de ser destrozado, sin miramientos. Cuando vuelva el propietario que se empeñe de nuevo para volver a vestir su casa.

No sé qué hacen gobiernos y ayuntamientos que no crean suelo para edificar viviendas sociales. Aunque me temo, que los okupas no es eso lo que quieren. En otro tiempo de la España contemporánea, muy criticado por cierto, se construían infinidad de bloques de viviendas sociales. Ahora, es que ni eso. Ese es el amor a España y en nuestro caso a Zamora, que tienen todos los que prometen con la boca pequeña, lo que no están dispuestos a dar. Yo es que ya no me fío de nadie. Son todos iguales. Sabido es que "prometer y no dar, no descompone casa' como asegura el refrán y mientras no se descompongan sus casas, léase partidos políticos, las de los demás, les importan un bledo.

El 2 de julio de 2018 entró teóricamente en vigor la ley para echar a los okupas. ¿Se sabe algo de la susodicha? Porque esa gente sigue campando por sus respetos, sigue haciendo lo que les da la gana y el perjudicado se tiene que poner a dieta de ajo y agua. Menos mano dura con los ancianos y las familias a las que les han venido mal dadas y no pueden hacer frente a la deuda con el banco o la Caja, que dejen de cebarse con ellos y que metan mano al asunto este de los okupas. Es que mi casa, no es la suya.