Zamora hace tiempo anda manga por hombro. Ocurre que muy probablemente el sr. alcalde está ocupado al frente de un consistorio sectario y nada ejemplar en megaproyectos, cosas de altura, peña y tajo, olvidando las de andar por casa, Acaso tenga cabeza e intelecto, sin duda mucho y bueno, en el proyecto, dicen, de liberar la muralla para mayor ornato de la que ya desde el romancero sabíamos era la bien cercada.

Pero quizá también nuestro primer munícipe ignora que, por historia, vida, y tradición, las murallas en esta tierra siempre sirvieron de cimiento y apoyo, porque entonces había actividad, negocios y, naturalmente, ciudadanía. Y quizá tampoco se ha enterado de que, con la nefasta remodelación que echó abajo anejos y soportales, dejando al aire la iglesia de San Juan y destrozando urbanismo y estética de nuestra Plaza Mayor, hoy estepa sin personalidad además de heladora en invierno y achicharrante en verano, lustrar una montaña de piedras a costa de pagar y pagar, de recaudar a expensas del contribuyente, ya no se lleva, porque el urbanismo progre de escaparate, a saber, defensa de lo viejo, peatonalización, piedra y peñasco de lo social, pasó hace tiempo de moda.

¡Vamos!; acaso nuestro munícipe lo que quiere es hacer de Zamora, a fuerza de sillar y peñasco, una bonita antigualla, para solaz del único turisteo que excursiona a esta hoy decadente ciudad. Parte vieja y parte nueva, la una para transeúntes de inserso y bocata, la otra para nativos con muy escaso futuro.

Si el sr. Alcalde bajara de su nube ideológica, diríase estratosfera individual, para ocuparse algo, siquiera un poco de cuitas y necesidades de los humildes mortales que gobierna, podría dejar el coche oficial dándose una vuelta por calles y plazas, algunas tan zamoranas y céntricas como las de San Andrés y San Pablo, para comprobar y, de paso, ordenar el arreglo de adoquines, destrozos, baches, desniveles y demás, causantes de accidentes y lesiones de los que probablemente cualquiera puede dar fe.

Será mucho pedir, porque ellos, como es natural, andan a lo suyo. O sea, al sillón y la nómina durante cuatro añitos más.