Casi no se habla de otra cosa que de la mujer acusada por mantener secuestrada a su hija durante casi dos años, sin dejarla ver al padre y sin escolarizar. La buena señora urdió una serie de infamias contra el padre de la niña, su ex marido que no colaron en los tribunales. No he oído a una sola feminista, megáfono en ristre, incluida doña Carmen Calvo, afear el comportamiento de esta mujer y el de tantas otras que utilizan el maltrato como excusa para salirse con la suya.

Pues claro que estoy al lado de mis congéneres, pues claro que pido la máxima dureza penal para los maltratadores, para los que lo sean de verdad. Y no que aprovechando que la razón suele estar del lado de las mujeres se ha metido a todos los hombres en el mismo paquete y ahí se las den todas, las judiciales, las familiares, las sociales, todas. Algo tendrán que decir las feministas cuando en poco tiempo se han dado dos casos idénticos. Los jueces, la Fiscalía tienen que estar alerta y tirar de oficio para saber cuándo pretenden llevarlos al huerto desde la pena, desde el llanto más plañidero que real y acabar con este estado de cosas que perjudica a hombres, ex esposos y padres que se ven señalados por el índice de la mentira, de la falsedad más absoluta.

Sigo en contra de aquellas que se empeñan en demonizar al hombre por el mero hecho de serlo, por haber nacido con unos atributos diferentes. Basta ya de mirar constantemente al pasado, cuando las mujeres no pintábamos nada, olvidando el presente y dando de lado al futuro. Hay que encaminar los pasos hacia la igualdad al unísono, hombres y mujeres. Los casos extremos que sean juzgados y condenados, sin esa utilización torticera e indignante que hacen algunas mujeres, haciendo valer su condición de tales, para machacar a sus parejas.

Las activistas de Femen han protestado, supongo que teta al aire como si eso las hiciera más mujeres o personas, en la puerta de los juzgados por la detención de la madre. Se retratan a sí mismas. Esas no saben si van o vienen. Le han cogido saborete al desnudo que acabará siendo integral, tiempo al tiempo, y hacen y dicen las cosas más peregrinas e irritantes. Si la madre mintió, si la madre es culpable no se puede criminalizar al padre que fue acusado injustamente abocándole a una pesadilla de dos años con su hija secuestrada. Esa no es la manera de zanjar problema alguno. Me encantan esas parejas que rompen y procuran que la sangre no llegue al río. Siempre y cuando no haya maltrato, no haya vejaciones, no haya situaciones humillantes y ofensivas para la mujer, hay que tratar de hacer las cosas en común y buscando el bien de los hijos.

No se puede castigar a un padre, que encima es un buen padre, impidiéndole ver durante años o meses a su s hijos. Los hijos no pueden ser monedas de cambio. No se puede ni se debe utilizar a los hijos para conseguir ciertos beneficios o simplemente con animus jorobandi, para eso, para jod?er al padre. Algunos hombres, por su condición, no pueden o no les dejan siquiera defenderse. Que son unos hijos de? y encima emplean la razón de la fuerza para entenderse con su mujer, mire, sin contemplaciones a la cárcel, pero es que no todos son así y a muchos se les ha hecho un daño irreparable a base de infundios.

El feminismo será más plural, más grande a ojos de hombres y mujeres si también se manifiestan ante casos como el aludido que se repite con cierta frecuencia. La Asociación Infancia Libre a la que pertenece la madre, está bajo sospecha. A quien corresponda debería vigilar a conciencia y en conciencia estas y otras organizaciones.