El 67 por ciento de los europeos cree que el cambio climático y la regulación de las nuevas tecnologías son los problemas más importantes a los que se enfrenta la UE en estos tiempos, según una encuesta reciente impulsada por el Instituto de Empresa de Madrid. Otro sondeo del Eurobarómetro de la Comisión Europea, realizado con entrevistas a 27.000 personas, revela que los ciudadanos consideran la inquietud con el medio ambiente como uno de los principales activos de la Unión, a la par que la calidad de las infraestructuras, la capacidad de las naciones occidentales para promover la paz y la democracia fuera de sus fronteras o su apuesta por la investigación y la innovación. Preocupa, y mucho, cuidar el entorno.

El debate está en la calle y forma parte del nuevo conjunto de sensibilidades de los electores. Ya no es el fruto de la imposición de un discurso políticamente correcto sino la respuesta a una consistente demanda de la sociedad contemporánea. El interés por preservar los recursos naturales, proteger el medio ambiente y frenar el cambio climático resulta consustancial a este tiempo de agitación y desconcierto que trae parejas otras transformaciones drásticas con la revolución digital. Los ciudadanos no precisan de un acto de fe para comprobar lo que está ocurriendo, lo experimentan en su propia actividad diaria.

En una época tan nefasta para la verdad, los "conspiranoicos" reaccionan negando las evidencias, protegiéndose así para que nadie les tome por ingenuos. No es posible a estas alturas minimizar la amenaza. Las restricciones al tráfico en las ciudades por las altas tasas de polución del aire empiezan a ser habituales. Los árboles florecen antes, sequías o inundaciones sorprenden a destiempo, las cosechas registran modificaciones. El deshielo de las masas glaciares, como la del Ártico, adquiere visibilidad. Los fenómenos meteorológicos adversos, y sus devastadoras consecuencias, surgen con una reiteración desconocida.

Modificaciones climáticas siempre ha habido, pero nunca originadas como las actuales por la mano del hombre. Si hay vida en la Tierra es gracias a los gases de efecto invernadero que de manera natural y espontánea se propagan hacia la atmósfera, e impiden que parte del calor del Sol se desperdigue. Ocurre que desde la industrialización, la huella humana los ha incrementado peligrosamente y no podemos permanecer impasibles tomándolo por un cuento. Pero además de la preocupación por frenar el cambio climático hay múltiples luchas paralelas, como la de la gestión de residuos tóxicos o basura no biodegradable, necesarias para conservar un planeta más habitable.

La Cumbre de la Tierra de 1992 dio origen a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático e inició una carrera con éxitos moderados. El protocolo de Kyoto, cuya negociación empezó en 1995, sólo comprometió a 37 países. El Tratado de París de 2016 ya alcanza a 184. Su carácter no vinculante y la retirada del acuerdo de gobiernos como el de Estados Unidos hacen dudar de su eficacia. Porque norteamericanos, chinos e indios son precisamente los mayores causantes de las malas emisiones. No conviene excusarse en este hecho para retrasar la batalla. La calidad ambiental es salud y compromete a los grandes imperios económicos, los poderosos actores internacionales, los gobiernos nacionales, las autonomías, los ayuntamientos y también a los individuos particulares que, con su preocupación, empujan para que cambie el panorama desde la base.

Sabedores del despertar de la conciencia ciudadana por preservar la casa común que habitamos, el bien más preciado que poseemos y debemos legar en condiciones óptimas a las nuevas generaciones, LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA y el grupo editorial al que pertenece, Prensa Ibérica, crean desde hoy, los domingos, una sección específica dedicada al cambio climático y el medio ambiente sostenible, en una iniciativa pionera entre los grandes medios regionales españoles y destinada a consagrar a este desasosegante fenómeno la atención que merece. Nos ocuparemos igualmente de dar relevancia a las noticias diarias que surjan sobre el asunto, para transmitirlas con ecuanimidad e independencia. El objetivo: ofrecer luz y datos fiables a las discusiones.

Un periódico depende de sus lectores, y sólo sintonizando con sus inquietudes podrá resultarles útil para informales con rigor y ayudar a que se forjen un criterio sobre los grandes retos del siglo XXI. El sur de Europa, lo que toca de lleno a España, será el área más afectada por las alteraciones, según pronostican muchos científicos. Los esfuerzos medioambientales incrementan la eficiencia, la innovación y la competitividad de las empresas. También contribuyen a la vida sana. La protección del medio ambiente es tarea de todos y beneficia a todos. Nadie desdeña un futuro equilibrado y sostenible. Aspiramos a que una información constante, esencial y plural contribuya desde hoy a conseguirlo.