Se han puesto de moda las videocolumnas o videoblogs. Antaño (y todavía hoy a vida o muerte) los columnistas luchaban en el periódico por ir en la página 2 o en la última o en impar; en un recuadro diferenciado, con foto, con realce. Ahora hay que pelear para que te coloquen el columnamen visual en la home, que es como se dice portada. Hay que bregar para que esté colgada a primera hora, insistir para que con prontitud vuele por las redes sociales. El columnero tradicional podía escribir con el raído pijama en casa o con vulgar atuendo en la redacción. Hasta el desaliñado vestir le daba un plus bohemio. Pero ahora hay que hacer un desembolso en camisas, que la gente es muy criticona. Videocolumnas, videoblogs, hacen Gabilondo y Pedro Jota, Casimiro García Abadillo, León Gross, Enric Juliana, Matías Vallés y también tantos y tantos plumillas locales que comprobamos el poder de lo audiovisual. El público es más variado, un público que en no despreciable proporción se queda con una frase y con la tonalidad de los ropajes. Proverbial es la reconvención: a ver si te peinas. Constante el despiste: estaba muy bien tu vídeo, ¿de qué hablabas?; habitual el paternalismo: ya veo esas cositas que haces, bueno, bien, bien. No falta el coaching: pero para qué haces eso, eso no vale pa ná.

Bien. Bien, sí, bien expuesto está uno. Es el signo de los tiempos. No me imagino a Campmany, Alcántara, Umbral o González Ruano leyendo una columna a cámara. O bueno, sí. Sería una delicia ahora que lo pienso; Alcántara tal vez sentado y en la mesa el dry martini, enarbolando un cigarrillo; a Ruano en el chiringuito, en su chiringuito, que para eso inventó ese término, tan necesario y querido ahora en los lugares costeros. Larra a lo mejor la leería con el pistolón, amenazante. A Umbral lo veo leyéndosela a Mercedes Milá. Hablando de su libro, claro. Ya ven, miles y miles de columnas, ciento y pico libros de poesía, memoria, prosa o novelescos y se acuerda uno de Umbral por un lance televisivo. Bueno, también por su Diccionario de literatura (Julio Llamazares: escritor leonés. Tiene un perro).

Raúl del Pozo se resiste, aunque sobre todo se resiste a ser él mismo lo que dijo acerca de los opinadores: "Un columnista es un reportero cansado". Aunque va a lo de la Griso y siempre parece un senador leído al que los focos le vuelven algo modosito.