Nadie nace "enseñado", ni con "ciencia infusa", ni sabiendo como "debe comportarse" con sus semejantes, etc., lo cual requiere que "alguien" transmita, enseñe, eduque, guíe, etc., a quienes vienen "detrás"; lo cual exige en los transmitentes, enseñantes, educadores, progenitores, directivos y cargos con personal a su disposición, organización, aprovechamiento, etc., de unas cualidades excepcionales, si tienen sentido de la responsabilidad, para asumir tamañas obligaciones.

Y es que hay que ser lo suficientemente maduros, coherentes, preparados, etc., para "guiar, estimular, motivar, aprovechar, potenciar" a los demás; lo que demanda un análisis, una reflexión, etc., de las características propias, de la preparación personal, de los conocimientos profesionales, de la vocación que se pueda tener, de la empatía con los destinatarios de nuestras enseñanzas y dirección, en su caso, etc., pues condicionará el nivel del logro de los objetivos que nosotros mismos, o la sociedad, tengamos fijados.

Así, en los ámbitos educativos, de enseñanza, se precisa de maestros, de profesores de formación profesional, de universidad, de escuelas de negocios, como de cualesquiera otra naturaleza; que, en principio, "sientan" su elevadísima tarea por la trascendencia que tiene en el porvenir de los discentes, lo que exige saberes, cómo transmitirlos, cómo estimularlos y motivarlos, como justificarles el porqué de la conveniencia y necesidad de adquirir, de aprender, lo que se les enseña, lo que contribuirá a su máxima predisposición a la estancia en el aula de una manera atenta y participativa, lo que son algunas de los requisitos mínimos e imprescindibles para que la adquisición de los saberes sea máxima, que es de lo que se trata para que quienes se sientan en los "pupitres" y lleguen a ser buenos y honrados ciudadanos, se deleiten con las manifestaciones culturales a lo largo de su vida, sigan adquiriendo por sí mismos conocimientos de todo tipo una vez hayan salido de los centros educativos, y sean trabajadores, profesionales y universitarios que presten a la sociedad los servicios que ésta les demande con rectitud, con sabiduría, etc., resolviéndole su problemática y contribuyendo, por todo, ello al bienestar general.

Y como todo lo que merece la pena, como es asumir las responsabilidades que conlleva ser progenitor, ser docente, ser directivo, etc., demanda, como toda tarea humana, esfuerzo para "aprender" desde que, voluntariamente, y se supone que "sabiendo en lo que nos metemos", tomamos la decisión correspondiente; que en el caso de la docencia y dirección de empresas, organizaciones, equipos humanos, etc., como de todo profesional que se precie, debiera ser a lo largo de toda su vida laboral, al menos.

Además ese tipo de personas, como a todas en general, deben tener empatía con los destinatarios de sus responsabilidades, para que las de éstos, asimismo, las cumplan más plenamente, al ser mejor comprendidos, respetados, estimulados y dirigidos, etc., lo que contribuirá la óptimo cumplimiento de sus respectivas obligaciones y satisfacciones que conlleva la observancia completa, máxima, exigente y rigurosa de los compromisos que todos tenemos hacia los demás.

Y tengamos presente que toda actuación humana precisa de tiempo que hay que aprovechar al máximo, que hay que procurar ilusionar y hacerlo grato y llevadero el que se comparta con los demás, lo que conllevará que seamos lo más útiles, contribuyendo, consecuentemente, a su felicidad, que es lo que todos pretendemos alcanzar, con la ayuda, el trabajo y la dedicación de nuestros semejantes.

Así, por ejemplo, en el ámbito docente el "ilustrar" al alumnado; como en otros ámbitos académicos, son los relativos a las comunicaciones y participación en congresos, en artículos en revistas profesionales, como en textos en la prensa, etc., con amplitud, profundidad, y amenidad, etc., posibilitará lograr la máxima de todo profesor como es "enseñar deleitando". Buen ejemplo de esto último es el texto publicado en "La Gaceta de Salamanca", del día 28 de abril de 2019, página 22, titulado "Sesquicentenario de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos", del que es autor el competentísimo catedrático de Química Orgánica y Decano de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Salamanca, D. David Diez Martín.