Parte de mi niñez y mi juventud transcurrieron en esta ciudad y sin embargo nunca prendió en mí el germen por esta Semana Santa tan querida por mucha gente. Tampoco recuerdo en mi grupo de amigos demasiado entusiasmo por el acontecimiento tan esperado durante todo el año. A mis padres les gustaban las procesiones y las visitas a iglesias por esas fechas, pero sin demasiado entusiasmo.

Los recuerdos más ligados a esos momentos semana santeros son muy simples: Las inundaciones del Duero que a veces se daban en esas fechas y que afectaban a los barrios del río; el caminar de pequeño, unos ocho o nueve años, agarrado fuertemente de la mano de mi madre que yo aprovechaba para cerrar los ojos y dejarme llevar amorosamente en medio del gentío y también el ver cómo los empleados municipales tapaban con sacos las señales de circulación en las calles. Yo les preguntaba repetidamente a mis padres por qué hacían eso y siempre me contestaba mi madre, con cara seria y de circunstancias, "por respeto a la procesión y sus imágenes", que yo era incapaz de entender y sigo sin lograrlo. Creo que con lo que les acabo de contar ya podrían tenerme en cuenta para un pregón en algún sitio.

¿Por qué las mismas experiencias se prenden en algunas mentes con intensidad positiva y en otras apenas dejan huellas? Seguro que intervienen muchos factores difíciles de analizar en un breve comentario. En mi caso influyó mucho el servilismo que la Iglesia Católico demostró durante los largos años de la Dictadura Franquista, que marcó mi madurez como adolescente. Pero como siempre he dicho, para mucha gente una de las características que tienen las tradiciones es que no cuesta demasiado justificarlas basta con sentirlas. No se necesita mucho trabajo intelectual para asumirlas. Claro, es una opinión.

Muchas de nuestras más conocidas tradiciones y fiestas están cada vez más condicionadas por el turismo de masas. En algunos casos las han mejorado y en otros las han desbordado. Tenemos el caso de la conocida Tomatina que solo data de 1944 pero que ya es conocida en todo el mundo y personalmente me parece un desperdicio. También están siendo muy cuestionadas, por suerte, las tradiciones o fiestas con animales por la crueldad que en muchos casos representaban. Muchas tradiciones van ligadas a creencias absurdas pero muy enraizadas en la sociedad durante mucho tiempo. Me viene a la cabeza la de "los pies vendados" en las niñas chinas de cuatro o cinco años porque se ligaba a un signo de belleza. Hay de todo.

Volviendo a nuestra Semana Santa, todo el mundo sabe que nace de una tradición religiosa católica como tantas que existen por todo este país. Parece que cada vez está pesando más el espectáculo que la creencia a pesar de que personalmente, cuando llegan estas fiestas, me parece que abunda demasiado en muchos civiles la moralina religiosa tan característica de seminarios y beatos. La sociedad española cada vez es menos practicante y se aleja de la religión oficial. El laicismo de nuestra sociedad española, por suerte, es cada vez más evidente.

¿A que viene todo esto? Posiblemente para decir algo obvio y es que existen diversas formas de ver las cosas, de sentirlas y valorarlas. A veces son pequeños detalles los que nos inclinan a favor o en contra. Todo es relativo y respetable siempre que no se imponga con argumentos simples como a veces se escuchan por estas fechas.

(*) Miembro del Foro Ciudadano