Llegó el día de la "verdadera encuesta", como denominan los partidos políticos a los resultados de la jornada electoral. Unas elecciones generales que resultarán más decisivas que nunca para el futuro de Zamora y a las que están llamados a participar poco más de 169.000 zamoranos, 3.000 menos que hace solo tres años, teniendo en cuenta que al censo se incorporan, por primera vez, los discapacitados intelectuales. Sigue engordando, por otro lado, la cifra de potenciales votantes desde otros países, son ya más de 20.000, mil más que en la cita de 2016. En realidad, como residentes en la provincia podrán ejercer el derecho de sufragio en los distintos colegios electorales menos de 149.000. Del resto, la participación llegará a través del voto por Correo. Muchos de ellos serán de los casi 3.500 jóvenes de entre 18 y 20 años que acceden por primera vez a las urnas.

Zamora es el vivo retrato de la España vaciada, pero sus votos pueden resultar decisivos conforme a lo que establece la Ley Electoral. Ese ha sido el motivo para que los principales líderes de las distintas fuerzas que confluyen este 28 de abril, diez candidaturas para el Congreso y nueve al Senado haya virado sus ojos hacia el territorio más descompensado en desarrollo, sobre todo al inicio de la campaña, con guiños incluidos hacia ese mundo rural que tantas necesidades acumula.

Una atención que, por lo demás, tuvo un impacto inicial para acabar diluyéndose a medida que ha ido transcurriendo la campaña electoral. Prueba de ello es que en los dos debates celebrados entre los líderes de los cuatro partidos mayoritarios la cuestión territorial se haya centrado solo en el problema más evidente causado por los independentistas en Cataluña. Cuando se ha aludido a la ausencia de un nuevo modelo de financiación autonómico han salido a relucir el País Vasco y Cataluña. Somos los electores los encargados de recordarles el valor de nuestros votos, a pesar de la despoblación.

La participación es más importante que nunca para demostrar ese peso específico que aún conservan provincias pequeñas como Zamora, donde la elección de solo tres diputados tiene mucha más trascendencia de lo que puede indicar, a priori, tan escaso número de escaños. El destino del voto depende de las convicciones y de la conciencia de cada zamorano, pero más que nunca, debemos cumplir con ese derecho que consagra el principio básico de la democracia. La ciudadanía tiene en sus manos el destino de la provincia. Un ejercicio de responsabilidad que adquiere mayor relevancia en una etapa presidida por la incertidumbre en cuanto a la gobernabilidad, pasadas ya, definitivamente, las épocas de las mayorías absolutas.

Los zamoranos deben esperar del nuevo Gobierno que pueda formarse esa mano tendida hacia la zona del Noroeste para compensar desequilibrios históricos. Y tienen todo el derecho a reclamar altura de miras y sentido de Estado a aquellos que vayan a ocupar los puestos en las cámaras parlamentarias. El enfrentamiento y la polarización deben dar paso a una cultura del acuerdo en favor del progreso de todo el país, pero especialmente de las zonas que sufren los problemas de despoblación y de falta de empleo. También, en ese sentido, una participación mayoritaria y pacífica ante las urnas es la lección que este domingo están en condiciones de dar los zamoranos tanto de las ciudades y, sobre todo, los de un medio rural que lucha por su supervivencia. La crispación permanente no representa una base sólida sobre la que pueda asentarse el añorado pacto de Estado que ayude a la España vaciada.

La España vaciada debe demostrar su relevancia en el mapa electoral. La capacidad de decisión de los zamoranos también cuenta y para ello es necesario implicarse en el sistema que otorga la verdadera soberanía al pueblo a través de cada sufragio emitido en las urnas. Quedarse en casa, aún reconociendo que ese es también otro derecho contemplado en democracia, no contribuye a resolver los múltiples problemas a los que se enfrenta la provincia. No se trata de que los abstencionistas no tengan derecho a quejarse luego de lo que va mal. Pero las citas electorales tienen como absolutos protagonistas a los votantes, nadie más que ellos poseen legitimidad para otorgar la responsabilidad del Gobierno a los políticos, que tienen luego la obligación de cumplir las expectativas creadas en sus respectivos programas. Los representantes de los zamoranos que salgan elegidos hoy deben tener claro también ese papel, el del servicio a las necesidades de sus electores en un momento crítico para la provincia que necesita del concurso de todos sus actores en los espacios públicos y en las instituciones.

Existen suficientes opciones a todos lados del espectro político para que este domingo sea, realmente, la gran fiesta de la democracia que dice el tópico. Las urnas aguardan la voluntad popular y Zamora es parte de ella, las urnas están para demostrarlo.