Todos deseamos que los demás nos traten con una corrección exquisita, deferente, educada, etc., es decir, que se requiere del interlocutor un mínimo de educación, de "ponerse en el lugar del interlocutor", de profesionalidad; siendo, además, deseable que esté presidida por la simpatía, pues hace más agradable el trato, y la comunicación, en sentido bidireccional, se hace más fluida, lo que conlleva una comprensión mejor por ambas partes y, subsiguientemente, la satisfacción de los requerimientos recíprocos de cada una de ellas; logrando una mejor y más rápida solución de la problemática a la que tuvieran que dar solución, si se tratara de personas que forman parte de un equipo de trabajo, cuyos componente, conjuntamente, tienen que lograr las metas que tengan que alcanzar con la mayor eficacia y eficiencia posible, logrando la máxima optimización de las pretensiones de los destinatarios de sus requerimientos.

Y tengamos presente que todos somos clientes y prestadores de bienes, servicios e ideas, recíprocamente, respecto a los demás; y deseamos ser bien atendidos; es decir, con cortesía, con amabilidad, con conocimientos, con una opinión sensata y fundamentada, con una sonrisa al ser posible, etc., lo que conllevará una atención y adecuada resolución de las necesidades, demandas, expectativas y deseos de quienes la tienen. Por ello, todos, sin excepción, debiéramos ser conscientes de la obligación de superarnos día a día en los rectos y exigentes compromisos adquiridos con la sociedad; pues, si profesionalmente no estamos adecuadamente formados; si personalmente carecemos, o es deficiente, la madurez que se precisa para adquirir responsabilidades directivas, de pareja, familiares, de pertenencia a organizaciones, etc., provocaremos daños y perjuicios de todo tipo en las personas que reciben nuestras prestaciones inadecuadas, las cuales no tienen obligación de soportarlos.

Es importante, consecuentemente, para no "herir" a los demás; como que no nos "hieran", tratar de asumir exclusivamente aquellas tareas para las que estemos dotados psíquica y emocionalmente, con las aptitudes que se requieran para desarrollarlas lo mejor posible, con la predisposición precisa, con los saberes suficientes, con un elevado sentido de la responsabilidad y del deber, siendo conscientes de la "buen juicio o prudencia, sensatez", etc., que en todos los órdenes de la vida se precisan; lo que contribuirá, si concurren todos ellos, al desarrollo de las personas y de la sociedad; pues si no hubiere "personas hechas y derechas", el desastre del país está asegurado.

Si al ámbito laboral nos circunscribimos, la pertinente, adecuada, rigurosa, objetiva, y precisa selección del personal de una empresa, Administración Pública u organización, condicionarán el adecuado cumplimiento de sus objetivos sociales, competencias legales que tengan atribuidas, o lo que prevean sus estatutos sociales. Como no todos los puestos de trabajo son de idéntica naturaleza, finalidad, ni requieren los mismos requisitos; habrá que perfilar muy bien, en función de todo ello, las características que, en el mayor grado posible, habrán de tener quiénes los ocupen; pues el personal es el principal activo de toda unidad de trabajo, por lo que es preciso que formen parte de ella los mejores en cuanto a su talento, actitud, aptitud, capacidad de comunicación, carácter colaborativo, afán de superación, etc., pues implica ventajas comparativas y competitivas, al diferenciarse de la competencia, por ejemplo, lo que contribuye a mayores ventas, posibilidad de crecimiento y supervivencia si de una empresa se tratara; o, bien, un mejor servicio y satisfacción del ciudadano, y por ello justificación de su existencia, si a una Administración Pública nos referimos.

Más concretamente, los empleados que tratan directamente con el público, lo que se denomina front-office en la terminología de la dirección de empresas, han de reunir unos atributos relativos a la psicología, al deseo de entender, de comunicar, de responder, de empatía, con la "clientela", etc., que, además de contribuir resolverles sus justas pretensiones, lo hagan a la "imagen" de la empresa, de la Administración Pública, u de la organización, que es un "intangible" muy valorado por que es un signo de prestigio, de garantía, de seriedad, etc., lo que atrae a los compradores y prestigia a las Administraciones Públicas.