Cuando salieron publicadas en los medios de comunicación las candidaturas para las Elecciones Generales del partido político Vox en las que se incluían a varios generales del Ejército español en situación de retirados, al leer la información que se daba se obtenía la impresión de que la solidaridad impresionante que mostraban con la ideología de esa formación política, iba en contra de la imperdonable negligencia que el Gobierno de Rajoy había demostrado con el separatismo catalán. Parecía que había puesto en peligro la unidad Nacional.

Los hechos reales no son así, pero era lo que sucedía, y ya saben ustedes, es suficiente que un número elevado de personas se lo crean para que parezca realidad.

Antes de ponerme a escribir sobre la alarma que produjo la decisión de estos ex altos mandos del Ejército consulté el libro escrito por el exministro de Defensa, Narcís Serra, titulado "La transición militar. Reflexiones en torno a la reforma democrática de las Fuerzas Armadas". Narcís Serra fue ministro del ramo desde muy poco tiempo después del 23-F (1982-1991) para ver que decía sobre estos temas. Dice el exministro Serra en su libro que: "si los militares observan falta de disciplina en los partidos políticos por parte de los representantes electos, se convencerán de que es necesario intervenir en la política para alcanzar cuotas de poder e imponer su criterio militar frente a la anarquía de los partidos".

En estos momentos los militares de alta graduación que han optado por intervenir en política, no están poniendo en duda la legitimidad de las Instituciones españolas, aunque si da la impresión de que están poniendo en duda el funcionamiento pleno del sistema democrático. Aunque siempre subsista un ámbito amplio de autonomía de los partidos políticos, creen que su experiencia y métodos de control incrementarán la cohesión y reforzarán, en algunos casos, los elementos diferenciales con el resto de los partidos y serán más útiles para las necesidades de la sociedad en el momento de su decisión.

Es posible que la frecuente debilidad del Gobierno de Rajoy y la falta de disciplina en las Instituciones de la Comunidad Autónoma de Cataluña haya dado la impresión de que el Estado Español -Estado y Gobierno nacional son cosas diferentes- es débil. A los militares, sin duda, les habría gustado ver a los políticos más unidos frente a las amenazas de insurrección. Es preciso recordar que la aplicación del 155 fue apoyada, sin condiciones, por el PSOE y por Ciudadanos y no fue necesario aumentar el control interno de los partidos políticos para promover un cambio de Gobierno por medio de la "moción de censura", como sucedió poco tiempo después del primero de octubre de 2017 aunque por hechos completamente diferentes.

Es posible que a los militares les inquietaran más los hechos catalanes que la conducta del PP por la cual el partido fue condenado. Claro que resultó más fácil solucionar éste pero era necesario hacerlo con urgencia para lo cual había un mecanismo previsto, el del separatismo es más arduo y no hay una solución prevista para ahora mismo.

Ahora es preciso estar atentos para impedir que la entrada de los exmilitares en Vox no alcancen el poder suficiente para que el nivel de autonomía del partido sea decidido por ellos.

A partir de la experiencia del primero de octubre los hechos demostraron que en las democracias consolidadas los Gobiernos pueden ser débiles y el Estado fuerte. El gobierno para mantenerse en el poder necesita el apoyo de los votos y las Instituciones el de los ciudadanos. Conviene recordar que el ejército más poderoso de una nación es el ejército formado por los ciudadanos del propio país, no ha sido nunca vencido, y que la labor del Parlamento es la de control del Gobierno y no el de derribarlo.

Cuando estos hechos no se analizan correctamente lo que ocurre es el fracaso de los rebeldes y el descrédito de la política.