En esta semana de "pasión" política, que sucede a la Pascua de Resurrección, conviene tomarse con calma la elección del partido al que votar el domingo, porque sobre lo que no debemos dudar es sobre la pertinencia de hacerlo, de ejercer ese derecho. Despreciar la participación me parece un grave error. Se puede votar en blanco cuando ninguna de las opciones políticas te guste, vale, pero no acudir a una convocatoria electoral contribuye al deterioro del sistema democrático. Sigue siendo la forma de organización del poder preferible, "la menos mala". Los países con menor participación sufren sobresaltos indeseados. Trump representa el mayor susto democrático de la historia de los EEUU, participó el 55 por ciento de las personas habilitadas. En el Reino Unido se produjo otro acontecimiento similar, apenas cinco meses antes, en junio de 2016, el famoso "brexit", por el que los británicos abandonarán la Unión Europea. Treinta de cada cien ciudadanos no acudierons a votar este referéndum y ganaron los contrarios a Europa por el 51,9%. La inmensa mayoría de los abstencionistas querían la permanencia, pero no fueron a votar. Los menos informados y quizás peor formados, no faltaron a la llamada. Sabemos ahora de las campañas de intoxicaciones y mentiras en redes sociales, orquestadas por eurófobos, pero no se tomó en serio. Llevan tres años sumidos en la improvisación y el desconcierto, con serias consecuencias económicas y sociales. Si buscamos la causa de este patético callejón sin salida en el que se encuentran, la encontraremos en la falta de conciencia y de responsabilidad de los ciudadanos británicos que no fueron a votar.

También corren malos tiempos por nuestro territorio, parecidos a los que vivió Ortega y Gasset hace cien años, aquellos de la España invertebrada, sumida en una crisis social y política por la falta "? de una minoría dirigente ilustrada capaz de tomar decisiones firmes y eficaces". Hace falta un sólido esqueleto para sujetar el cuerpo. Con la salvedad de que estamos en contextos económicos y de desarrollo muy diferentes, el vaticinio del gran filósofo me sigue pareciendo acertado. Desde hace unos años no han aparecido en la esfera pública "hombres ejemplares", élites, en sentido orteguiano, que lideren un proyecto sugestivo para España. No hay que olvidar decía Ortega que? "Los grupos que integran un Estado viven juntos para algo: son una comunidad de propósitos, de anhelos, de grandes utilidades. No conviven por estar juntos, sino para hacer juntos algo". Lo cierto es que la carencia de auténticos líderes se suple con un entramado institucional sólido. Aunque, por desgracia, también socavado por la corrupción y la indolencia de los dos grandes partidos, PP y PSOE.

Ortega y Gasset ya reconocía antaño que los nacionalismos actuaban con un impulso centrifugador, impidiendo que las fuerzas políticas participen activamente en pro de un proyecto común. Recordaba al gran pensador a propósito del debate entre los candidatos a la presidencia del gobierno, esperando que alguno apuntara en la dirección de trabajar por ese horizonte compartido. Lo intentó Pablo Iglesias, siguiendo al pié de la letra algunos artículos de la Constitución de 1978. Fue coherente frente a los conservadores que se apropian de la misma, pero la ignoran cuando se trata de respetar derechos de los trabajadores. El actual presidente del gobierno, Pedro Sánchez, quiso demostrar que su actuación en el ejecutivo durante los diez meses de mandato, obedecía a un plan estatal, la lucha por la igualdad en todos los ámbitos, el económico, el laboral y el social. No deja de ser un objetivo loable, otra cosa es cómo se pongan en práctica esos planes, su articulación en un proyecto de país.

El bloque de la derecha lleva un año mordiendo el mismo hueso - Cataluña - y la verdad es que debe ser muy sustancioso porque se resisten a soltarlo. No sé de que otras cosas hablan porque todo lo muestran impregnado de esa sustancia viscosa, el independentismo. Toda gira en torno al mismo mantra: "Los que quieren romper España", así creen que llegaran a gobernar, sin necesidad de presentar sus programas electorales. Puede que gran parte de sus posibles votantes dejarían de serlo si se fijaran en sus propuestas concretas. Cuando el señor Rivera acusa a Podemos de querer subir el IRPF a la clase media, ¿de quién está hablando? Porque este partido propone un incremento de los impuestos a partir de rentas superiores a 60.000 euros ¿Quién forma la clase media para el PP y Ciudadanos? ¿A quiénes le quieren bajar los impuestos, como prometen? En fin, no nos dejemos engañar, voten egoístamente, con un sano egoísmo, lo que de verdad les convenga, nada más; eso sí, si ganan más de sesenta mil, no lo duden, ni al PSOE, ni a Podemos.

Por cierto, disfruten de la semana del libro, de la literatura, del ensayo, de cualquier página que les incite a imaginar y pensar, a vertebrar su conciencia.